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La masa de follaje del Sotillo se teñía de amarillo. Con una ojeada perezosa y distraída Elena abrazaba el bosque y el vasto horizonte, fijándola con insistencia en sus confines azulados. Aquel noviembre venía seco, pero frío ya.

¡Decir exclamó Charito que las muchachas inteligentes y lindas como están destinadas generalmente a casarse con hombres de espíritu vulgar! ¡Y también habías de perderte así, por tontera, por falta de reflexión! Yo estoy segura de que a Muñoz lo quieres en el fondo; no podrías dejar de quererlo. ¡Ah, en el fondo...! repuso Adriana distraída.

Y también me enoja, no ya el que no piense en y me busque novio, que tiempo hay de sobra y yo no tengo priesa, sino que distraída ella con su general, no me vigile y me deje confiada al adefesio de doña Rita, que, si bien fue su aya, tiene más conchas que un galápago.

Siguió a pie hasta la plaza del Ángel, y allí detuvo un coche de punto y se metió en él. Eran más de las seis. Hacía una hora que estaban encendidas las luces de los comercios. Ocultóse cuanto pudo en un rincón y dejó vagar su mirada distraída sin curiosidad por las calles que iba atravesando.

Mientras tanto Cobo aprovechaba el tiempo, haciendo reir con sus desvergüenzas a Pacita; pero aunque intentaba que Esperanza acogiese los chistes con igual placer, no lo conseguía. La niña de Calderón, seria, distraída, parecía atender con disimulo a lo que Ramoncito y Clementina hablaban. Pinedo se había levantado y hacía la corte al duque.

Distraída la atención de la gente hacia los tristes acontecimientos políticos que van sucediéndose, poco ó nada interesan los trabajos literarios de nuestros días. De comedias, novelas y otros libros de entretenimiento, suele hablar la crítica en los periódicos.

El joven manifestó que no había necesidad; que pasaba por todo lo que ella dijese; que ya lo vería... Sin embargo, la señora insistió y tomando una palmatoria los guió al otro extremo de la casa. Esta es la sala... Grande, ¿no es verdad? Dos balcones... La alcoba. Caben muy bien dos camas... cuanto más una añadió mirando a su hija, que se hizo la distraída cerrando un balcón.

Para realizar grandes cosas sólo le ha faltado un amor que le diera alas. Es un idealista imposible. Sus confesiones me impresionaron, claro está, porque yo también soy una idealista imposible. Tuve que bajar los ojos y luego fingirme distraída, para que él no pudiese advertir la exaltación que me producían sus palabras. Mi actitud le ha sugerido seguramente una idea errónea.

Es preciso que usemos de todas nuestras armas decía riéndose Coca, para vencerlo y que quede en casa, contigo, y si no quieres o no puedes, aunque sea conmigo... Dime, Laura, ¿y qué harás para conquistar a ese don Mariano? ¿Yo? contestaba distraída y complacientemente la hermana mayor. Lo que quieras. Le pondré ojitos tiernos... le diré palabras dulces...

No sea indiferente ni distraída; espere a comprender el porqué de las acciones que la desconcertaron; esta revelación no le será concedida sino al cabo de un tiempo vario; con paciencia y buena voluntad, apenas se hará esperar. DORA. Muchas amigas mías me han confesado que ellas no habían experimentado nunca esta revelación.