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Actualizado: 27 de junio de 2025


Cuando concluyó, dándonos las gracias por haber ido a oírlo bajo aquella temperatura, lo que constituía un acto de verdadera virtud, cuando se disipó la triple salva de nutridos aplausos y me encontré en la calle tenía todavía en el oído la voz jocosa y en los ojos las ondulaciones tumultuosas de aquel vientre que se agitaba con el último soplo de la risa, gala del cura de Meudon, más franca y comunicativa que el inextinguible reír de los dioses de Homero.

Se repitió la operación por segunda y tercera vez, y el ruido del cañón, disparado por , retumbó de un modo extraordinario en mi alma. El considerarme, no ya espectador, sino actor decidido en tan grandiosa tragedia, disipó por un instante el miedo, y me sentí con grandes bríos, al menos con la firme resolución de aparentarlos.

Un sentimiento de orgullosa alegría, llenó de pronto el corazón de Delaberge: «Este apuesto muchacho, robusto y hermoso como un roble joven; este Simón de alma noble y de voluntad enérgica era verdaderamente su hijo...» Después toda su alegría se disipó al solo pensamiento de que este hijo suyo llevaba el nombre de otro y sería siempre un extraño para su padre natural.

En tal alegría maligna había el rencor inextinguible de la mujer desdeñada, pero también algo alado, sonoro, vaporoso, como la esperanza, que cantó y rió en su alma y disipó los negros pensamientos que se acumulaban sobre su frente. La necesidad, no su querer, la obligaban a volver a Lancia, donde había jurado no poner los pies nunca más. Su marido tenía hecho testamento a su favor.

La nube que oscurecía la frente de Simoun se disipó de repente, un rayo de triunfo brilló en sus ojos, y cual si hubiese encontrado lo que buscaba, exclamó: ¡Tengo razon, , tengo razon! el derecho me asiste, la justicia está de mi parte, porque mi causa es la de los desgraciados... ¡Gracias, joven, gracias! Usted viene á disipar mis dudas, á combatir mis vacilaciones...

Pero más que la rareza de las cartas contribuía sin duda a turbarle el profundo amor que en su naturaleza sensible y tímida había arraigado. «Esta tarde a las tres. Por la tribunadecía la carta únicamente. Su turbación no se disipó por completo. Las citas como aquélla eran extremadamente peligrosas; le causaban, enmedio de su felicidad, una impresión de miedo que no podía vencer.

Elena no pudo menos de sentir un poco de malestar mezclado de miedo. Esta mala impresión se disipó al cabo en el curso de la comida. La alegre conversación y el vino hicieron efecto en su cerebro volátil. Todos la colmaban de atenciones y de mimos.

Disipó mucho dinero y mucha fuerza nerviosa: su constitución ya desequilibrada se extenuó. El amor, el primer amor del alma, se lo inspiró la hija del Príncipe Arkof. Por efecto de su anacronismo moral que en aquella naturaleza distinta de las demás, no tenía por qué asombrar, amó con un afecto juvenil, ingenuo y tímido cuando para cualquier otro hombre había pasado ya la época de ese amor.

Todos los que allí había, en vez de dirigirse a , se lanzaron hacia él y le sujetaron. Observelos pálidos y con señales de terror en el rostro. La niebla que tenía en la cabeza se me disipó. Vagamente comencé a entender que había hecho algo más grave de lo que a primera vista parecía. No sabía dónde estaba esta gravedad, pero la adivinaba.

Pero cuando volvió el rostro para mirar una vez más hácia su casa, la casa donde se habían evaporado sus últimos ensueños de niña y se dibujaron sus primeras ilusiones de joven; cuando la vió triste, solitaria, abandonada, con las ventanas á medio cerrar, vacías y oscuras como los ojos de un muerto; cuando oyó el debil ruido de los cañaverales y los vió balancearse al impulso del fresco viento de la mañana como diciéndole «adios», entonces su vivacidad se disipó, detúvose, sus ojos se llenaron de lágrimas y dejándose caer sentada sobre un tronco que había caido junto al camino, lloró desconsoladamente.

Palabra del Dia

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