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Actualizado: 17 de junio de 2025
Del ensayo resultó que para evitar el pronombre daba la pobrecilla infinidad de rodeos y se metía en una serie interminable de perífrasis: si se aventuraba a dirigirme un tú, lo hacía bajando la voz y pasando como sobre ascuas. Cuando empezó el segundo acto, volvió a escuchar atentamente.
Mis ojos no se apartaban casi nunca de su rostro: ella entornaba a menudo los suyos para dirigirme una sonrisa apretando al mismo tiempo mi mano. Observé, no obstante, que se había amortiguado un poco la viva expresión de su fisonomía y que iba perdiendo aquella graciosa volubilidad del principio.
Tales son los motivos que me impulsan hoy a dirigirme a ti y a hacerte una confesión sincera y amplia, procurando poner orden y concierto en mis ideas y expresarlas luego y presentarlas a tu inteligencia, creando yo así mi luz, mi amor y mi universo hasta donde alcancen mis limitadas y débiles facultades humanas.
¿Pero este majadero, qué se habrá llegado a figurar? murmuró estrujando el periódico. Y al poco rato, viendo entrar jadeante, corriéndole el sudor por la frente a Brutandor, se encaró con él diciéndole: Oyes, Perico, ¿te sientes con fuerzas para dirigirme en las arduas tareas del periodismo?
De todos modos, á mí no parecería razonable dirigirme á los ingleses pidiéndoles cuenta de esos indios que han desaparecido. Se la pediría en todo caso á los que se han apoderado de sus bienes después de matarlos y viven hoy en el territorio que ellos tranquilamente poseían.
Ya no puedo rezar; me da vergüenza dirigirme con el pensamiento á mi verdadero hijo; me asalta el recuerdo de lo que le conté; me aterro al hacer memoria de que sigo hablando con el otro, á pesar de lo que me ha dicho, de lo que leo en sus miradas, de que conozco sus verdaderos deseos. ¡El mal que me has hecho!
Sube, hija mía, sube dijo el clérigo abriendo la puerta y hablaremos de eso. Yo te diré dónde está esa calle, y mañana podrás.... No, yo no le quiero ver á usted más. Pero dígame por dónde debo dirigirme. ¿Por qué me ha engañado usted? La joven rompió á llorar como un niño.
No deja de ser singular que, á pesar de mi poca afición á hablar de mi persona y de mis asuntos, ni aun á mis amigos íntimos cuando estoy en mi hogar, al amor de la lumbre, se haya sin embargo apoderado de mí, en dos ocasiones distintas, una verdadera comezón autobiográfica al dirigirme al público.
Se acercaba para mí el día de la marcha; el tiempo de licencia concluía; de Cádiz me mandaban recados urgentes. Aquello de pasarme cuatro o cinco años seguidos en el mar, me parecía muy duro. Mi madre se lamentaba al mismo tiempo de que tuviese que ir y de que perdiese una plaza tan buena. No sabía a quién dirigirme, y se me ocurrió, medio en serio, medio en broma, ir a consultar a Quenoveva.
416 Aunque rompí el estrumento por no volverme a tentar, tengo tanto que contar y cosas de tal calibre, que Dios quiera que se libre el que me enseñó a templar. 417 De naides sigo el ejemplo, naides a dirigirme viene; yo digo cuanto conviene, y el que en tal güeya se planta, debe cantar, cuando canta, con toda la voz que tiene.
Palabra del Dia
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