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Yo iré respondió un marinero destacándose del pelotón y marchando a internarse otra vez en el pueblo. Llegaron al muelle. La noche estaba fría, sin estrellas: el viento acostado: la mar en calma. Dejaron el antiguo y diminuto muelle y se dirigieron a la punta del Peón recién construída que avanzaba bastante más por el mar. Brillaba en la obscuridad tal cual farolillo de los barcos anclados.

Las damas se dirigieron á la puerta. El clérigo se dió un golpe en la frente como quien recuerda una cosa importante, y dijo á doña Paulita: ¡Ah! señora mía, si tuviera usted la bondad de hacerme un favor.... ¿Qué, señor don Silvestre? Que se dignara usted repasar un sermón que he escrito y voy á predicar en San Antonio el 17 de Enero.

En aquel momento estallaron grandes gritos de sorpresa y terror á la izquierda del campo, hacia donde se dirigieron velozmente millares de infantes y jinetes y muy pronto se oyó á lo lejos el rumor de furioso combate. Á excepción de algunos centinelas y pajes, cuantos se hallaban cercanos á la tienda real habían desaparecido, voceando y arma en mano, en dirección al lugar de la lucha.

A la vista de Delaberge un débil rubor coloreó su rostro siempre mate, y como si presintiese las intenciones de Francisco alejó a la criada dándole un recado para una vecina; después sus inquietos ojos dirigieron al inspector general una interrogativa mirada. ¿Podemos estar solos un momento? dijo Delaberge con voz grave. Necesito hablarle. Pero... objetó ella buscando una escapatoria.

Fuera ya de los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la venta.

El Padre Ministro de Espadal, tenido por el hombre más cuerdo de la Provincia no podía haber escrito esas palabras. Instintivamente, los tres religiosos se dirigieron a la portería para interrogar a Juan González, seguros de que se trataba de una broma. Pero Juan González, yacía en el suelo, boca arriba, con los ojos muy abiertos.

Este documento hace ver la abundancia de aguas que tenia la ALJAFERIA, y que todavia existian entonces el foso y muro de tierra de que se ha hablado anteriormente. La otra carta ó despacho, á que se refiere en el privilegio citado, fue dado tambien en Valencia en las nonas de Marzo de 1311, y en él hizo la concesion á las monjas á virtud de la súplica que le dirigieron.

Un paje le anunció que su señor se proponía visitar aquella noche al canciller de Chandos y deseaba que sus dos escuderos se alojasen en el hostal de la Media Luna, al fin de la calle de los Apóstoles. Al cual mesón se dirigieron Roger y Gualtero al anochecer, después de su larga comida y de oir los brindis y canciones con que pasaron rápidas las horas en compañía de los otros alegres escuderos.

Acercóse á la puerta de la estancia de donde procedían las voces y se halló de manos á boca con Simón y Tristán, que se reían á carcajadas y se dirigieron apresuradamente á la puerta del caserón, donde los esperaban sus monturas.

Todas las miradas se dirigieron entonces hacia el tablado de abominación y de infamia. La curiosidad era inmensa.