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Actualizado: 14 de julio de 2025
Reservabas, sin embargo, tus mejores dones para los últimos días, y el 28 dijiste á la humanidad: «Ahí tienes á Rousseau» . En un solo día, el 29, ¡fecundidad asombrosa! hiciste tres obras maestras, que se llamaron: Rubens , Leopardi y Bastiat . El mundo insaciable pedía más, y el 30 le otorgaste un Emperador, Pedro el Grande , y un artista, Horacio Vernet .
¿Te prometió casarse contigo? ¿Te engañó? No, no me engañó; no me prometió nada. ¿Sabe en qué estado te encuentras? No, no lo sabe. ¿Y por qué no se lo dijiste antes de que se marchara? Me daba vergüenza. La muchacha ocultó la cara entre las manos y comenzó a llorar en silencio. ¡Ay, ené! decía, de cuando en cuando, sofocando un suspiro. Yo la contemplaba emocionado.
Me dijiste: «Mi hija ha muerto»; me manifestaste deseos de que nunca te hablara de ella, y puedes decir si alguna vez he tocado tu vieja herida con la menor alusión. Bien, ¿y qué? ¿Adonde vas a parar? dijo Esteban, tornándose sombrío al oír estas palabras . ¿A qué viene hablarme en un día tan sagrado como el de hoy de cosas que me hacen daño...?
¿Y se lo dijiste luego a él? Sí. ¿Y sabes lo que me contestó? Que otro día le pida a la vez que gane el premio internacional Torbellino, un caballo que ha comprado y con el cual sueña a todas horas. ¡Ay, Marianela, yo no sé qué va a ser de mí! ¡Ese Jockey!... ¡Ojalá se hunda! ¡Ojalá se quiebren las patas todos los caballos de carreras!...
22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si le dejare, su padre morirá. 23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no descendiere con vosotros, no veáis más mi rostro. 24 Aconteció pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento.
Después... ¡a qué decirlo!... Me dijiste: «te amo», y quise callar, y no pude; y cuando intente matar tu cariño con una palabra desdeñosa, se abrieron mis labios, y dijeron: «¡yo también te amo!» Sí, te amo, Angelina!... Oyeme. Me has lastimado el corazón; has entristecido mi alma.... Pero te perdono, te perdono, porque lo has hecho sin saber lo que hacías.... Estoy segura de ello.
La verdad es que ella es una cursi destemplada.... Pero vamos a cuentas, Periquín: ¿no me dijiste tú que se quedó muy triste, y toda turulata, cuando él se fue y entró Miranda después? Pero ponte en el caso, ponte en el caso.... Miranda parecía la estampa de la herejía.... No, no quisiera verme en el caso exclamó Pilar riendo a carcajadas.
Al fin sintieron el ruido de un coche que paraba á las puertas de Palacio. ¿Quién será? dijo el Rey con una gran alteración de semblante y pasando á la cámara. Anunciaron al ministro de la Gobernación. Fernando volvió á la camarilla y miró á Elías con una cara en que el consejero leyó despecho y desaliento. ¡El ministro de la Gobernación! ¿No me dijiste que iba también allí?
Receta tras receta, el enfermo consumió mi capa, después mi levita... mis calzones se convirtieron en píldoras.... Pero mis amos no me abandonaban... volví a tener ropa y mi hermano salió a la calle. El médico me dijo: «que vaya a convalecer al campo...» Yo medité... ¿Campo dijiste? Que vaya a la escuela de Minas. Mi hermano era gran matemático.
Pero... exclamó interrumpiéndole su camarada de colegio, que, comenzando por echar á broma la historia, había concluido interesándose con su relato: ¿cómo estaba allí aquella mujer? ¿No la dijiste nada? ¿No te explicó su presencia en aquel sitio? No me determiné á hablarla, porque estaba seguro de que no había de contestarme, ni verme ni oirme. ¿Era sorda? ¿Era ciega?
Palabra del Dia
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