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Actualizado: 22 de junio de 2025


Gu-Ly hizo prender a los dos sacerdotes acusándolos de predicar una religión extraña. Difícilmente se pudieron defender los sacerdotes mentados, puesto que a eso, a predicar la religión cristiana, habían ido. Fueron condenados, y corrió el rumor de que los habían matado. Debido a eso envió el almirante a la Náyade con la misión de enterarse de lo que ocurría.

Muñoz y Nones tratan de probar la falsedad de un documento que es la base de nuestra demanda. Si la prueban, nos quedaremos en el aire, hija mía. El pleito toma un giro tal que difícilmente podremos obtener un resultado satisfactorio. Haremos los mayores esfuerzos, y llegaremos hasta donde se pueda llegar.

Ahora que podemos hablar con entera franqueza, puesto que estamos solos dijo el conde a Felipe, le diré a usted que Amaury tenía razón al juzgar su conducta como comprometedora para Antoñita. Tan cierto es esto, que con otra, aventura como ésta, difícilmente lograría casarse, aun contando con una belleza y una fortuna como las que ella posee. Señor conde contestó Felipe.

A la entrada de este sendero apareció un hombre a caballo, al que se distinguía difícilmente a la pálida luz del crepúsculo; se detuvo de pronto, pareció conferenciar con algunos de sus compañeros, sin duda ocultos entre los áloes, y después arrojó al aire un cigarrillo encendido que describió una ligera faja de fuego.

«La constancia es el recurso de los feos dice la célebre Ninón de Lenclos en sus lindas cartas al marqués de Sevigné; las personas de mérito, que saben que por donde quiera han de encontrar ojos que se prenden de ellas, no se curan de conservar la prenda conquistada; los feos, los necios, los que viven seguros de que difícilmente podrán encontrar quien llene el vacío de su corazón, se adhieren al amor que una vez por acaso encontraron, como las ostras a las peñas que en el mar las sostienen y alimentan.

Su amante le dijo con simpática voz: «¡cuánto tenemos que hablar!» y a ella le entró una risa convulsiva, que difícilmente podía expresarse: «Ji ji ji... ¡tres años!... no, más años, más porque ji ji ji... ¿Ves cómo tiemblo?

Difícilmente podían ir cubriendo las apariencias de reconstruir su posición ruinosa; estaba por medio Carmencita como un obstáculo insuperable. Sin ella, hubiesen tomado del capital heredado lo imprescindible para remendar la hacienda rota y darse importancia de gentes poderosas.

El señorito... señorito Ignacio.... Llegó esta mañana... marcha esta noche... adónde no se sabe... no quiso recibirme.... Engracia dice que está más demudado que cuando salió para Bretaña.... Sardiola... pronunció difícilmente Lucía, sintiendo el corazón no mayor que una nuez . Sardiola....

El clima es mortífero para el europeo, que escapa difícilmente a las fiebres palúdicas formadas por las emanaciones continuas que un sol de fuego hace brotar de las aguas estancadas en todo el trayecto de Colón a Panamá.

Nuestros personajes formaban en medio del salón un grupo compuesto de tres hombres y dos mujeres que hablaban con una calma y una corrección perfectas. Y, sin embargo, todos eran presa del terror ó de la cólera, sus corazones destilaban cólera y sus bocas contenían difícilmente las provocaciones y los ultrajes. Voy á cantar puesto que lo desean ustedes, dijo Jenny Hawkins. Colocarse, señores.

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