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Actualizado: 13 de octubre de 2025


»Aquí comencé yo a tomar la cosa por lo serio, y se entabló una porfía, muy tenaz por mi parte; la cual atajó mi madre diciéndome con desusada dulzura: » Todo eso será verdad, y más que me cuentes; pero ¿y qué? ¿Serías la primera mujer joven y hermosa, y aun noble y rica, casada con un Creso feo... y hasta vicioso... y hasta ridículo, si quieres?

Para entenderse en los menesteres de la vida se escribían cartitas y en ellas se trataban de usted . "Asunción me ha pasado un recado diciéndome que vendrá a las ocho para llevarme al teatro. ¿Tiene usted inconveniente en que vaya?" escribía ella dejándole la carta sobre la mesa del despacho . "Puede usted ir adonde guste" respondía él por el mismo procedimiento . "¿Qué platos quiere usted para mañana? ¿Le gusta a usted la lengua en escarlata?"

Esta figura desquiciada y pintoresca confieso que me es simpática y que la vería con gusto otra vez en el rincón del café de artistas. Pero Fantomas es el hombre nube, el hombre pájaro, que no vuelve a posarse en el mismo sitio. No me extrañaría recibir una carta suya diciéndome que se ha hecho mago del Tíbet o que está dirigiendo una academia de baile flamenco entre los pieles rojas.

No había modo de despertarlo, y son las cinco. Repito, coronel... iba a continuar más irritado que nunca, aunque medio helado el cuerpo, cuando me interrumpió Tarlein apartándose de la mesa y diciéndome: Mire usted, Raséndil. El Rey yacía tendido cuan largo era en el suelo. Tenía el rostro tan rojo como el cabello y respiraba pesadamente.

Ni me era posible conseguir que los inflamara la llama de la pasión, ni que experimentasen la ternura de sentimientos delicados, sino que conservaban toda la rigidez de cuerpos sin vida, que fijaban en sus horribles miradas como si me retaran desdeñosamente. Parecía que me apostrofaban diciéndome: "¿Qué tienes que ver con nosotros?

Después de esta vulgaridad, permaneció cortado, mirando con embarazo á Clementina, que estaba pálida, verdosa, sofocada, con los ojos dorados por la hiel. Por fin pudo recobrar la respiración y temblando de cólera, dijo: ¿Con que me ha engañado usted, diciéndome que se ausentaba? Yo le creía de viaje y está usted en París.... He vuelto antes de lo que pensaba, balbuceó Fortunato.

Los salvajes de los dos grupos le miraron con curiosidad, sonriendo. ¿Cómo es eso, Rafael? preguntó Pepe Castro. Habéis de saber que mi padre se murió diciéndome: "¡El deber, hijo! ¡el deber! ¡Ante todo el deber!"... Fueron sus últimas palabras. Yo, cumpliendo con este sagrado consejo, procuro deber todo lo posible. Hizo gracia a sus compañeros este rasgo cínico; lo celebraron con algazara.

Lo que faltaba de ella hasta la exactitud, me la dio al otro día la enferma diciéndome que deseaba «hablar con su confesor». ¡Temió la inocente que me pareciera demasiado oírla decir que «quería confesarse»! » Y vino el confesor poco después. ¡La nota triste que faltaba en el cuadro de mis tribulaciones! »Sin salir el cura de la habitación de Luz, llegó el médico.

Era de ver cómo, en creyendo que tenía dinero, me decían que todo me estaba bien, celebraban mis palabras, no había tal donaire como el mío. Yo que las vi tan cebadas declaré mi voluntad a la muchacha y ella me oyó contentísima, diciéndome mil lisonjas.

Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé Vuelva usted mañana; que todas las noches y muchas tardes he querido, durante todo este tiempo, escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz, diciéndome a mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: ¡Eh! ¡mañana le escribiré!

Palabra del Dia

neguéis

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