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El joven se pasó una mano por la frente, por los ojos. Otra vez, más aún que en el primer instante, estaba inseguro de hallarse despierto. ¿No me cree, usted? ¡Y, sin embargo, usted estuvo tan cerca de la verdad! Yo que usted la afirmó contra todo y todos, y poco faltó para que consiguiera demostrarla. Cierto es que muchas circunstancias, una principalmente, estuvieron, en contra de usted.

Quisiera que me mostraseis un joven más apuesto que maese Godfrey; un joven más robusto o que tuviera mejor cara que él cuando está despierto y de buen humor. ¡Bah! dijo el señor Macey, provocando a criticar con más severidad . Todavía no ha tomado su verdadero color; está más o menos como un pastel cocido a medias.

Al verle despierto y de pie, los niños hicieron esfuerzos por ocultar sus risas. Debían haber pasado muchas veces ante su asiento, contemplando cómo se agitaba y hablaba en voz baja sin dejar de dormir. La risa sofocada de los tres y de la institutriz le hizo abandonar el puente, bajando á los salones del paquebote.

Cuando me despierto oigo en la calle, a través de las maderas cerradas, voces, ruido continuo de sonoros pasos, campanadas, trinos de canarios, ladridos de perros. Me levanto; por los cristales veo, enfrente, una ringla de casas bajas enjalbegadas, con las ventanas diminutas, con unos soportales vetustos formados por pilastras de piedra.

Pero estamos en guerra, y toda mujer tiene despierto el entusiasmo ancestral que sintieron sus remotas abuelas por la bestia agresiva y fuerte... Las grandes damas que hace meses complicaban sus deseos con sutilezas psicológicas, admiran ahora al militar con la misma sencillez de la criada que busca al soldado de línea.

Cuando despierto por las mañanitas, mi alucinación es tal que con la propia evidencia se confunde, y siento que entran y salen, oigo a Cruz regañando con los chicos y haciendo mimos a los pájaros; oigo a Sola arreglando a los pequeñuelos para que vayan a la escuela, y me digo para mi sayo: «Tempranito se ha levantado mi gente.

Alejo la contemplaba todos los días, y por un singular efecto de imaginación, estaba viéndola después toda la noche, despierto y en sueños: si escribía, en el fondo del tintero; si meditaba, revoloteando como espectro de mariposa alrededor de la macilenta luz que hacía veces de astro en el paraíso del estudiante.

Ningún ojo alcanzaría á verle, excepto Aquél, siempre alerta y despierto, que le había visto cuando estaba encerrado en su alcoba retirada azotándose con las sangrientas disciplinas. ¿Por qué, pues, había ido allí? ¿Era aquello acaso una parodia de penitencia?

Pero aquel rostro ofrecía una expresión tan triste y dolorida, que no pudo menos de gritar: ¡Marta, Marta!, ¿qué tienes?... Y el mismo grito que dio le hizo despertar. Marta seguía al lado del balcón, en la sillita baja, absorta al parecer en su tarea. Y, no obstante, el joven, aunque ya despierto, estaba convencido de que había lanzado un grito.

Pero replicó obstinadamente Princetot, el señor podrá conocerle si se queda algunos días en Val-Clavin, y Simón es muchacho que lo vale... Por desgracia volverá tarde esta noche, pues ha ido al monte para una cuestión de peritaje... Algunas personas del pueblo han recorrido a sus luces para un asunto de deslindes y como es muy despierto y conoce a fondo el régimen de montes, se le ha encargado la defensa de los derechos del pueblo...