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Actualizado: 15 de noviembre de 2025
Los contratistas de Gallarta, al reunirse por las noches con el doctor Aresti, hablaban de los síntomas de rebelión en las aldeas de la cuenca minera. En la Arboleda los peones clamaban contra las cantinas, afirmando que los capataces eran los verdaderos dueños, y que el obrero que no se surtía de víveres en ellas era despedido del trabajo.
No se atrevió á mirar atrás por temor de que flaqueara su resolución, y sólo cuando hubo andado buen trecho y ocultádose entre los árboles arriesgó una última mirada. El arquero continuaba inmóvil en el lugar mismo donde se habían despedido, cruzado de brazos y mirando al suelo pensativamente.
Quería hablarme á solas. ¿Y le hablaste? Sí. ¿Y qué te dijo? Que le habías despedido. Me ha echado á perder un capón relleno. Es un infame. En tratándose de la cocina, ciegas. No ciego mucho cuando no he hecho ya una atrocidad. La muerte de tu hermano te tiene de muy mal humor. Sí, sí, la muerte de mi hermano, eso es. ¿Y no te dijo más Aldaba? Sí, que me empeñase por él contigo.
Dos días después de haber despedido a Arturito, supo que Pedro Lobo acababa de desembarcar en Río de Janeiro y que pretendía venir a verla. Ausente D. Joaquín y víctima Rafaela de jaquecas continuas, Rafaela no recibía entonces ni salía de su casa. Pedro Lobo buscó en la calle a Madame Duval, le habló, y le pidió y casi le exigió que le diese una cita con su señora.
Verónica hubiera preferido otro rumbo: Vichy, por ejemplo; y no porque Pepe Guzmán se hubiera despedido para aquellas aguas, que tomaba todos los años para curar ciertos desarreglos de su estómago, puesto que la había dado su palabra de encontrarse con ella «donde menos lo pensara», sino porque... «cada cual tiene sus gustos».
Currito el Guapo, su más aventajado oficial, hábil como nadie en remendar y zurzir cueros y sobre todo en poner botanas, se había despedido de casa de la maestra, y se había lanzado en la vida heroica del jaque, buscando aventuras y aterrando a toda la gente pacífica de la población.
En la sala de juego, adonde se fué después de haber despedido a los soberanos, le tenían materialmente bloqueado una porción de especuladores de segunda y tercera fila. ¿Cómo van las acciones de Riosa, duque? se atrevió a preguntarle uno. No me hable usted de eso gruñó el prócer poniendo los ojos torvos.
Poco vas a ganar, muchacho; pero, ¡algo es algo! Ya veremos si después encontramos cosa mejor. Castro Pérez había despedido a su escribiente, y en atenta carta avisaba a mi maestro que el empleo estaba a mi disposición. Hacía grandes elogios de mí, y se prometía encontrar en el nuevo amanuense un joven «inteligente, activo y útil».... Yo dije para mí, cuando leí el párrafo: ¡Y que gane poco!
¡Ah! pero ni al General Otis ni á los imperialistas, convenía este paisaje. Era mejor para su criminal intención el que los comisionados americanos encontraran las desolaciones de la guerra en Filipinas, sintiendo desde su llegada el fétido olor despedido por los cadáveres de americanos y filipinos confundidos. Era mejor á sus propósitos que el caballero Mr.
Igualmente interesadas Benina y Juliana en la buena o mala suerte del hijo de Algeciras, oyeron atentas lo que Antonio les refirió de las consecuencias funestísimas de la caída del jinete en el camino del Pardo. Cuando le vieron en tierra, despedido por el jaco, pensaron todos que en aquel crítico instante había terminado la existencia mortal del pobre caballero.
Palabra del Dia
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