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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Cuando al cabo de un rato largo levantó la cabeza, el susto que recibió le hizo dar un salto en la silla. D. Álvaro se estaba muriendo. Tenía la boca abierta y recogía en silencio el aire, que ya no bastaba a mover sus deshechos pulmones. ¡D. Álvaro! ¡D. Álvaro! le gritó, sacudiéndole. No respondió. El P. Gil cogió el abanico que estaba sobre la mesa de noche y se apresuró a darle aire.

El mayorazgo, que desde el principio del discurso de su amigo tenía un palmo de boca abierta, pero de puro placer, al oirle renegar de Madrid, y que, por otra parte, era generoso, sensible y hospitalario, y no había echado en saco roto que todo un personaje le hubiera reconocido á él, con su corteza de campesino, al cabo de tantos años de ausencia y sin otro motivo que una frívola amistad de la infancia, tendióle los brazos por toda contestación, en los que estrechó al personaje, quien, en premio de su cariñoso ofrecimiento, y con la promesa de no serle gravoso, si en ello no le ofendía, le anunció que dejaba muy bien recomendado su pleito y que contara con ganarle, deshechos algunos enredos que dificultaban el triunfo de su causa, debidos á los manejos de sus adversarios.

»Nosotros fingimos no ver lo que hace. ¿De qué sirven los reglamentos ante la muerte?... Lo que importa es que proporcione un poco de alegría al que se va. Cada uno hace el bien como puede. Anoche la sorprendí empleando su método en la sala de los desesperados. Tenemos un tirador marroquí con las piernas y el vientre deshechos. Va á morir de un momento á otro; tal vez ha terminado á estas horas.

Retumba de repente el tiroteo como a pocos pasos de nosotros, y el fuego es de dos horas. Los nuestros han vencido. Cien cubanos bisoños han apagado treinta hombres de la columna entera de Guantánamo: trescientos teníamos, pero solo pelearon cien; ellos se van pueblo adentro, deshechos, ensangrentados, con los muertos en brazos, regando las armas.

Á cerca de 9.500 hombres ascendian las fuerzas del virey, mientras que no llegaban á 6.000 las comandadas por el general republicano; pero bien combinado y hábilmente dirigido el plan de batalla, los realistas fueron deshechos completamente, quedando en poder de Sucre, además de Laserna, 15 generales, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 oficiales, 3.200 soldados, cabos y sargentos, 11 piezas de artilleria, gran número de fusiles, municiones y en fin, todos los pertrechos de guerra pertenecientes al enemigo, que habia sido puesto en el caso de rendirse por capitulacion.

El efecto que hacía en nuestros cuerpos era el de una llamarada que los azotaba por todos lados: la cara se nos abrasaba como cuando nos asomamos a un horno encendido, y deshechos en sudor, nuestros cuerpos hervían, descomponiéndose la economía entera, desde el instante en que fuertes excitaciones del espíritu dejaban de sostenerla.

Figuraos ahora realzada la imponente magestad de esa gran mezquita con las galas de que pueden revestirla el mas esquisito gusto y la riqueza, de consuno con las exigencias de una religion inventada para cautivar los sentidos, y se deslumbrarán vuestros ojos con la masa de luz de los candelabros, se embriagará vuestro olfato con las preciosas esencias quemadas bajo aquellos taraceados artesones, halagarán todo vuestro cuerpo las tibias auras primaverales impregnadas de azahar, que se deslizarán por vuestra sien trayéndoos deshechos en ráfagas los trinos de los ruiseñores con los brillantes globulillos del agua que se estrella en el duro mármol de las fuentes.

La niña señaló un montón como de vestidos andrajosos, deshechos y echados en el agujero por el último habitante de la misma. El maestro se aproximó y a la luz de una antorcha se inclinó sobre ellos. Era el cuerpo inerte de Smith con la pistola en la mano y la bala en el corazón, tendido al lado de su bolsa vacía.

Sobre la mancha azul de sus capotes distinguió unas caras pálidas, unos ojos desmesuradamente abiertos por el martirio. Sus piernas arrastraban por el suelo, asomando entre las tiras de los pantalones rojos destrozados. Uno de ellos aún conservaba el kepis. Expelían sangre por diversas partes de sus cuerpos: iban dejando atrás el blanco serpenteo de los vendajes deshechos.

¡Boum! ¡Boum! exclamaba, y con el rostro excitado por la refriega y el puño cerrado por la ira militar, caían los enemigos deshechos por las metrallas y por las bombas, y don Pío, como un Murat, se levantaba jadeante, triunfante, sublime en el campo de la acción. Había en el colegio un chicuelo que se llamaba Martín Roll, que era la piel del diablo.

Palabra del Dia

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