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Actualizado: 7 de julio de 2025
Desgraciadamente para nuestra Marquesa, el Conde de Alhedín no era hombre contra quien pudiesen valer artes tan sutiles. El Conde quizá gustaba de reposarse tranquilamente en la duda cuando se trataba de otras materias; pero en negocios de amor, gustaba de salir de la duda cuanto antes. Los coqueteos de Elisa no tuvieron, pues, el éxito que con otros hombres habían tenido.
Felipe saludó y se apartó unos pasos. Usted no me comprendió, por lo visto, Amaury dijo el conde al quedar solo con éste. Felipe no era el único que comprometía a Antoñita. ¡Cómo! exclamó Amaury hay otra persona que se haya atrevido... Desgraciadamente, sí, y esa otra persona es usted, Amaury. Felipe comprometía a Antoñita con sus paseos a pie y usted con los suyos a caballo.
Desgraciadamente abundan mucho en los canales la malicia y el error. Entre los testigos oculares, es preferible en igualdad de circunstancias, el que no tomó parte en el suceso, y no ganó ni perdió con él. Por mas crédito que se merezca César cuando nos refiere sus hazañas, claro es que á sus enemigos no los habia de pintar pocos y cobardes, ni describirnos sus empresas como demasiado asequibles.
De acuerdo replicó la abuela, contrariada por encontrar una tacha en su pájaro raro. Pero si desgraciadamente es imposible ignorar que existen esas novelas, se puede exigir al menos que la última no se haya terminado hace tan poco tiempo... y, sobre todo, que no haya lugar a temer que la última hoja de esa novela no se haya vuelto tan definitivamente como se quiere asegurar...
Sólo su propio ingenio y la confesión de Cristeta podían sacarle de dudas: era forzoso que mediase entre ambos una explicación. Al cabo de unos instantes, sobreponiéndose al disgusto que experimentaba, reanudó el diálogo y se mostró amabilísimo con don Quintín. Aquel hombre le era, desgraciadamente, necesario.
Pero desgraciadamente la Bendición de Nuestra Señora de los Siete Dolores estaba bajo el viento y el grumete no entendió ni una palabra; pero como le habían dicho que viese lo que ocurría, se acurrucó en un rincón y miró.
Desgraciadamente para ti. Teniendo corazón se sufre... Con un corazón de similor como el mío, todo importa poco... ¡Viva el similor!... ¡Viva el amor! respondí por lo bajo. ¡Qué gusto! exclamó Francisca muy contenta. Va a ser divertido ver a una enamorada de carne y hueso... ¿Me lo contarás todo, eh, Magdalena?... La niñada de Francisca me hizo reír, y prometí todo lo que quiso.
Todos reconocían que tenía mucha disposición y que si se aplicase sería el número uno del colegio; desgraciadamente, durante el curso estudiaba poco, y sólo al llegar el último mes apretaba de firme; pero le bastaba para sacar en el Instituto tan buenas notas como el primero.
Su universidad famosa ha producido más de un ilustre ingenio cuya acción ha salvado los límites de Venezuela. Aún en el día posee distinguidos hombres de letras, historiadores, poetas y jurisconsultos, algunos de los cuales, arrastrados desgraciadamente por la vorágine política, han vivido alejados de su país, privándolo así de la gloria que sus trabajos le hubieran reportado.
» Desgraciadamente me dijo, la muchacha no tiene otro dote más que sus veinte primaveras, sus bellos ojos y sus muchas habilidades... » Es mucho, tía. » ¿Cómo mucho? » Sí, soy joven, me gusta el trabajo, y en vez de un matrimonio rico, me contentaré con un matrimonio feliz. » Bravo muchacho respondió mi tía, dándome un abrazo.»
Palabra del Dia
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