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Actualizado: 12 de julio de 2025


Desde allá arriba, el bandolero ennoblecido por sus propios crímenes y los de sus antepasados podía vigilar las llanuras cercanas y los barrancos y desfiladeros de la montaña.

Cruzó entonces los desfiladeros de los Andes, mientras Canterac guarnecia los de Jauja y situaba sus puestos avanzados en Casas, y marchó decididamente sobre Pasco. El general español, que ignoraba la direccion seguida por su contrario, se encaminó hácia este mismo punto con objeto de practicar un reconocimiento.

No hay dos valles, dos alti-planicies, colinas, montañas, picos colosales, gargantas, páramos, desfiladeros, rios, lagos ó nevados que se parezcan totalmente entre , entre innumerables formaciones análogas.

Pero, mira: no fué por culpa mía: Llegamos muy tarde, y yo muy cansada, cansadísima, que toda ponderación es corta. Estos caminos son muy bonitos, lindísimos, y... ¡muy pesados! ¡Qué cuestas! ¡Qué desfiladeros! Pero... ¡qué paisajes! , que eras tan afecto a todas estas cosas, quedarías encantado. Por todas partes espesos bosques.... Parece que no los ha tocado la mano del hombre.

Desde su afortunada fuga, reconstruyó el hombre su choza, cobijándola confiadamente en la base de otra roca desprendida del muro formidable. En más de un valle hay hacinamientos de piedras, las cuales forman desfiladeros por donde difícilmente se abren paso senderos y torrentes. Nada más curioso que el desorden de esas masas mezcladas en laberinto sin fin.

Por entonces, Wetterhexe había observado desde hacía varios días mucha agitación en los desfiladeros cercanos, de gentes que marchaban en masa, con el fusil al hombro, en dirección del Falkenstein y del Donon. Indudablemente algo extraordinario pasaba.

No habia en él otros españoles que los dos curas y algunos pocos eclesiásticos, que tambien aguardaban aquel dia la muerte, intimada por el inhumano caudillo de los rebeldes, si no declaraban el parage en que suponian ocultos los caudales de S.M., cuyo peligro evitaron con la llegada de Orellana, á quien expresaron con lágrimas los sentimientos de su corazon: y seguidamente se pensó en regresar á Puno, en cuyo tránsito cargaron los enemigos á los desfiladeros, con intento de cortar la marcha, como lo habian logrado anteriormente: pero se les frustró el designio con haber apostado algunos piquetes de fusileros, que los contuvieron con la pérdida de tres ó cuatro de los mas atrevidos.

Juan Claudio, repuesto de la emoción, dijo con acento firme: Jerónimo, Catalina, Materne y vosotros todos, ¿estáis muertos? ¿No veis aquella hoguera, más allá del Blanru? Es Piorette, que viene a socorrernos. Y en el mismo instante una profunda detonación repercutió en los desfiladeros del Jaegerthal, como ruido de tormenta.

Llegado á la salida de los altos desfiladeros, en una zona de temperatura más suave, el ventisquero no puede continuar en estado cristalino: se convierte en agua y suelta su carga de piedras. Todas éstas se desploman, formando caos inmenso, como una barricada en el valle; y en la extremidad de muchos ventisqueros se ven verdaderas montañas de piedras mal sostenidas en sus escarpas.

Mientras beben champaña, los dos capitanes evocan las miserias de su retirada hace unos meses; la lucha con él hambre y el frío; las batallas en la nieve, uno contra diez; el éxodo de las multitudes, personas y animales en pavorosa confusión, al mismo tiempo que á la cola de la columna crepitan incesantemente fusiles y ametralladoras; los pueblos que arden; los heridos y rezagados aullando entre llamas; las mujeres con el vientre abierto, viendo en su agonía una espiral de cuervos que descienden ávidos; la marcha del octogenario rey Pedro, sin más apoyo que una rama nudosa, agarrotado por el reumatismo, y continuando su calvario á través de los blancos desfiladeros, encorvado, silencioso, desafiando al destino como un monarca shakespiriano.

Palabra del Dia

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