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Actualizado: 26 de junio de 2025


Lo mismo que ayer. ¡Qué tiempo tan fatal! No tengo disculpa para ir allá con esta lluvia que ahora da en caer por las tardes... ¡Y yo que atravesaría el Océano en una lancha por tocar un dedo de su hermosa mano! Julio 27. Lo mismo que ayer y que anteayer. Las mañanas están limpias y claras, y á la tarde es precisamente cuando estalla la borrasca. Me desespero.

»Yo no me desespero; perfectamente el mal que la mina, es una afección a la vejiga que contrajo, a consecuencia de las malas aguas, durante nuestra estancia en Madrid... ¡Hágase la voluntad del Señor! »Me olvidaba decirle que nos hemos mudado de alojamiento; dejamos la Embajada francesa para no tener relaciones con el «Gallo enjuto», y vivimos ahora en el Palacio de la Legación de Inglaterra.

25 de agosto. , todos los acontecimientos de la vida están en relación con las fuerzas del hombre, porque mi corazón no se ha roto aún. Yo me pregunto aún si no es alguna pesadilla la que me ha traído esta blasfemia: ¡Eulalia esposa de otro! Y miro a mi alrededor para asegurarme si estoy despierto; y me desespero cuando encuentro la naturaleza en el mismo estado que antes.

Bien quisiera, lector, que pensáramos a dúo y que mi conciencia hallase siempre eco en la tuya: si por torpe desespero de lograrlo, por sincero creo merecerlo. No busques en mis cuentos y novelas lección ni enseñanza: quédese el adoctrinar para el docto, como el moralizar para el virtuoso: sólo tienes que agradecerme el empeño que puse en divertir y acortar tus horas de aburrimiento y tristeza.

No tengo bien ni le espero, Ni en mi tierra siento quien Me pueda hacer algun bien. Pues yo no me desespero. Dios nos ha de remediar, Hermanos, mostrad buen pecho, Que el Señor que nos ha hecho, No nos tiene de olvidar. Roguemosle como á padre Nos vuelva, y á nuestra Señora, Pues es nuestra intercesora Su madre, que es nuestra madre.

Bien pueden, para realzar su crédito y levantar su autoridad, reunirse en Junta y colmarle de vítores y aplausos; pero tan entusiasta patriotismo recordará involuntariamente el del Senado romano cuando, después de la batalla de Cannas, dió fervorosas gracias al cónsul Varrón porque no había desesperado de la salud de la patria. Yo no quiero desesperar, ni desespero tampoco.

La de Arturo estuvo en peligro durante mucho tiempo; por espacio de dos meses se desesperó de salvarle, y cuando recobró la salud, su fortuna, sus esperanzas, las de su tío, todo se hundió en tres días, al hundirse la monarquía de Carlos X. El obispo no pudo resistir este desastre; enfermo y apenado, quiso seguir a la corte en su destierro, pero no pudo.

Sus ojos azules, ampliamente rasgados, fijábanse sobre con un aire de contento inexplicable, en tanto que yo descifraba penosamente las líneas oblicuas de la carta que estaba concebida en estos términos: Señorita: ésta tiene por objeto decirle que desde el día en que nos hablamos en el arenal después de vísperas, mis intenciones no han cambiado y que me desespero por saber las suyas; mi corazón, señorita, es todo suyo, como deseo que el de usted sea todo mío, y si esto sucede, puede estar segura y muy cierta, que no habrá alma viviente más dichosa, ni en el Cielo ni en la tierra, que la de su amigo que no firma, pero que usted sabe quién es, señorita.

Desesperó en poco tiempo a los tres o cuatro profesores que en vano se esforzaron por hacerle entrar algo serio en la cabeza; presentose en Saint-Cyr, donde no fue admitido, y comenzó por malgastar en París, lo más rápida y locamente del mundo, dos o trescientos mil francos.

Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me a la culpa!

Palabra del Dia

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