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Nuestros señores, al salir de casa por la puerta principal, alzaron la vista para contemplar estas montañas soberanas, iluminadas por un sol que ya empezaba á descender hacia las colinas laterales. La nieve había desaparecido casi totalmente del paisaje. Sólo en las crestas más elevadas percibíanse algunas manchas blancas como de ropas tendidas á secar.

Pepa, al tiempo de salir del brazo del banquero, dijo en alta voz volviéndose a los Presentes: Conste que no vamos en coche. Lo cual les hizo reir. Conste dijo el duque riendo que esto lo dice por adularme. Que se explique eso: no hemos comprendido ... gritó Cobo Ramírez. Pero ya el duque y Pepa habían desaparecido detrás de la cortina. Clementina aguardó sólo cinco minutos.

El sol continúa esparciendo sus inmensas madejas; ese flúido que llamamos luz, refleja en las superficies, se refringe segun los cuerpos que atraviesa, y llega á las retinas de los ojos antes videntes, ahora convertidas en insensibles membranas, colocadas tras un cristal; pero todo eso que se llama color y sensacion de luz, todo ha desaparecido.

Siempre se negó a escuchar mis advertencias, y se reía de todas mis aprensiones. Pero ¡ay! la terrible realidad es ya un hecho. ¡Mi pobre padre! tartamudeó, con su bello rostro blanco hasta los labios. ¡Está muerto... y su secreto ha desaparecido! ¿Sospecha usted, Mabel, que su papá ha sido víctima de una mala acción? le pregunté a la pálida y enervada joven que estaba de pie delante de .

Aquella mañana pasó por dos veces junto a Rafael, seguida de una vieja sirvienta, con toda la gravedad de una huérfana que tiene que ocuparse del gobierno de su casa y hacer las veces de señora mayor. Apenas si le miró. La mansa sonrisa de futura sierva con que le saludaba otras veces había desaparecido. Estaba pálida y apretaba los labios descoloridos.

Pero toda idea de reconciliación había desaparecido de la mente del doncel, que acudió rápido en auxilio de la joven y enarbolando su grueso bastón gritó: ¡Á podréis decirme lo que queráis, pero hermano ó no, juro por la salvación de mi alma que os mato como un perro si no respetáis á esta dama! ¡Soltad, ú os parto el brazo!

Los incendios cada vez más numerosos y los cadáveres tendidos en las calles ya no impresionaron al viejo. ¡Había visto tanto! ¿Qué podía alterar ya su sensibilidad?... Deseaba salir del pueblo cuanto antes, en busca de la paz de los campos. Pero los campos habían desaparecido bajo la invasión: por todas partes soldados, caballos, cañones.

Usted quieto en la torre. Estos consejos eran para la noche. De día, el señor podía salir sin miedo. Allí estaba él para acompañarlo a todas partes. Se erguía con bélica vanidad, llevándose una mano a la faja para cerciorarse de que el cuchillo no había desaparecido, pero su decepción era inmediata al ver el gesto de burlona gratitud de Febrer.

Pero, con un poco de paciencia y de silencio, el período del luto habría pasado; y el amor, que hubiera sido hasta entonces un crimen, sería después un deber. »Nos comprendíamos sin hablar, y nuestros días pasaban en una dulce tranquilidad, en una dicha sin nombre; mis temores, mis inquietudes, mis antiguas desconfianzas, todo había desaparecido.

Regiones enteras hay en que el hombre, ávido de riquezas, ha talado todos los árboles: no ha quedado ni un tronco, porque las nieves, á las cuales no detiene ya la barrera viva, resbalan libremente en la temporada de los aludes. Descarnan el suelo, lo raspan hasta la roca, llevándose consigo todos los residuos de las raíces. La antigua veneración casi ha desaparecido.