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Actualizado: 2 de octubre de 2025
7 Porque por ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro. 8 He sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre. 9 Porque me consumió el celo de tu Casa; y los denuestos de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. 10 Y lloré con ayuno de mi alma; y me has sido por afrenta. 11 Puse además cilicio por mi vestido; y vine a serles por proverbio.
En cuanto éste descuidadamente los movía, se arrojaba sobre ellos y le hincaba los dientes desgarrándole el calzado y algunas veces la piel. Puede imaginarse el susto del buen hombre y el brinco que daría. D. Félix montaba en cólera, arrimaba un puntapié al indecente perro, le llenaba de denuestos, le arrojaba de su presencia.
13 Así dijo el Señor DIOS: Por cuanto dicen de vosotros: Comedora de hombres, y matadora de los hijos de tus naciones has sido; 14 por tanto, no devorarás más hombres, y nunca más matarás los hijos a tus moradores, dice el Señor DIOS. 15 Y nunca más te haré oír injuria de gentiles, ni más llevarás denuestos de pueblos, ni harás más morir los hijos a tus moradores, dice el Señor DIOS.
Sin esto Juan Ortiz daba baldones A todos, con denuestos en la cara, Al tiempo del partir de las raciones, Por dò era la racion doblada cara. "Malditos, endiablados comilones, Tragones, apocados, gente avara, Que os trage yo de España á sustentaros, ¿Qué os debo? estoy
Por fin, aprovechando un instante de vacilación, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara otra sarta de denuestos, la atajó diciendo: Agradezco a usted mucho, hija mía, el interés que me manifiesta en esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo.
La marquesa, la anciana señora de virtud intachable, de educación exquisita, escuchaba aquel torrente de denuestos muda e inmóvil, con la cabeza baja y las lágrimas en los ojos, semejante a la estatua de la paciencia, contemplando sus propios sufrimientos.
Tomaron Pepe Güeto y doña Manolita tal afición a los denuestos, improperios y pendencias, que cada día las armaban tres o cuatro veces. Esto había hecho pensar a doña Luz, porque quería bien a doña Manolita, y con esta ocasión leía las citadas comedias, después de haber releído otra de Shakespeare, donde se trataba el mismo asunto de manera más magistral.
Por dos veces quiso interrumpir a su marido, mostrándole una carta que en las manos tenía; mas los gritos y denuestos del sesudo diplomático la atemorizaron y aturdieron, y volvió a guardar silencio. Las escenas de Lauzun, amenazando con el bastón a la duquesa de Montpensier, su esposa, y gritándole: «¡Luisa de Borbón, quítame las botas!», no eran, sin duda, desconocidas a la infeliz señora.
Después quise catequizar a la muchacha que conducía al colegio unas niñas, y me acogió muy bien mientras supuso que estaba prendado de sus gracias; mas en cuanto le manifesté tímida y veladamente mi pensamiento, me soltó una rociada de injurias y denuestos, que sólo mi paciencia, que es muy grande, pudo tolerar.
Paseábase en tanto Zadig por los jardines que ornaban las inmediaciones del lugar, quando á corta distancia del camino real vió una muger llorando, que invocaba cielos y tierra en su auxîlio, y un hombre enfurecido en seguimiento suyo. Alcanzábala ya; abrazaba ella sus rodillas, y el hombre la cargaba de golpes y denuestos.
Palabra del Dia
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