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Asistido por uno de los capitanes, procedió á despojar á Martínez de sus adornos de gloria, después de colocarlo junto á la otra espada. Fué como una degradación. Le quitaron su kepis, luego las condecoraciones, el cordón rojo que pendía de su hombro, la correa avellanada que cruzaba su pecho, el cinturón del mismo color que oprimía su talle.

Don Pompeyo sentía escalofríos. ¡Qué degradación! Meditaba y veía dos Orgaz hijo sobre la mesa. Me han embriagado con sus herejías... quiero decir... con sus blasfemias... dijo al Marquesito, que callaba, pensando que todo aquello era muy soso sin mujeres. Joaquín gritó: Allá va una a la salud de don Pompeyo. Y comenzó una copla impía y brutal alusiva a una sagrada imagen.

La horca fructificaba todo el año y el verdugo era el hombre más ocupado del reino pero los criminales aumentaban... porque no hay reforma en la degradación: todo degradado por la sociedad se convierte en su enemigo implacable".

Su excelencia el señor gobernador y capitán general de la provincia recibe una bofetada, el jefe de Policía se escapa corriendo de recibir un lanzazo, y ambos ganan las calles de sus oficinas a dar las órdenes que han omitido. ¿Os parece esto mucha degradación?

Cansado, molido y triste me retiré a casa después de vagar cuatro o cinco horas por las calles: al pasar por la Puerta del Sol pregonar La Abeja a cuarto. «¡Ah, tunante! grité ciego de cólera, sacudiendo a un chiquillo por el cuello bien se conoce que a no te ha costado nadaAquella rebaja de precio me parecía una vergonzosa degradación.

¡Qué horror! ¿Y usted pregunta dónde está? ¡La hemos arrojado, la hemos echado! dijo Paz, con expresión de venganzasatisfecha. ¿Habíamos de consentir aquí semejante monstruo? ¡Qué degradación! ¡Y en esta casa! exclamó Salomé, poniéndose ambas manos sobre la cara. Señor, ¿qué expiación es esta? ¿Qué pecado hemos cometido? ¿Y dónde está? ¿Que dónde está? ¿Qué yo? La hemos arrojado.

Las lluvias habían disuelto y arrastrado lentamente el terreno en los alrededores, pero las pesadas piedras habían sido respeta das, y con su peso daban consistencia á los gigantescos pilares de arcilla que las sostenían. Cada promontorio, cada roca de la montaña tiene, pues, su aspecto peculiar, según la materia que la forma y la fuerza con que resiste á los elementos de degradación.

Subiendo un poco mas en el edificio central, la bóveda se cierra, y afuera, sobre un balcon circular al aire libre, el espectador registra el original del cuadro interior, es decir el inmenso Lóndres, en cuyas calles hormiguean millones de hombres que parecen insectos y millares de millares de vehículos; en cuyo rio se cruzan los vapores, los navíos, los botes y las góndolas en asombrosa multitud; y de cuyos centenares de miles de chimeneas se desprenden las negras columnas de humo ó las blancas espirales de vapor que componen el manto lúgubre ó sudario que ha de envolver algunos momentos despues á la metrópoli gigantesca del comercio y la navegacion, de la industria y el movimiento, de la suprema opulencia y de la suprema degradacion y miseria.... La contemplacion de esa capital, desde tan alto observatorio, causa un vértigo semejante al que producen el movimiento y la faz del océano; y el observador que busca hechos y enseñanzas útiles no puede ménos que hacerse las mas contradictorias reflexiones acerca del modo como el bienestar se encuentra, no diré repartido, sino clasificado entre las grandes capas de la sociedad.... Lóndres es la ciudad-escuela por excelencia, porque abriga en su hirviente seno todos los elementos de la lucha terrible empeñada entre la civilizacion y la barbarie, es decir: la justicia y la iniquidad, el goce fecundo y la miseria.

En vez de consagrar monumentos á la memoria de la degradacion del noble y libre pueblo suizo, los ciudadanos de la Confederacion deberían hacer todo lo posible por condenar al olvido ese mercenarismo extravagante que desde hace tantos siglos ha hecho de la Suiza un semillero de soldados de las mas odiosas tiranías y de los mas corrompidos y corruptores gobiernos.

Le pareció imposible llevar más lejos la degradación y la maldad. Pocas horas antes, el dolor había estrujado su corazón, considerando perdida la mujer amada, tanto más, cuanto más imposible. Ahora sus ojos tropezaban con el delito más cobarde y monstruoso de la tierra. Eran ya cerca de las doce.