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Se guardó muy bien D. Acisclo, aunque palurdo, de referir a doña Luz, en todas sus cínicas menudencias, el resultado de sus investigaciones; pero no quiso ocultarle que las había hecho, y, lleno de júbilo, se complació en declarar a doña Luz que casi había venido a averiguar que D. Jaime era un dechado de virtudes. Llegó, por fin, el día en que se celebró la boda sin el menor aparato.

En su palabra, una música seductora que embelesa los entendimientos y ensordece la voz del deber en la conciencia. Según mi madre, tu tío es la maldad personificada, el dechado de la irreligión, un rebelde contra Dios, de quien conviene apartarse para no contaminarse. En resolución, cuanto mi madre ha dicho de tu tío debiera infundirme hacia él un odio, una aversión grandísima.

Magdalena, dechado de elegancia y distinción, apoyábase en su novio y éste, radiante de felicidad, olvidándose de los espectadores, del bullicio del baile, del ritmo de la música, y anegando sus miradas en los ojos entornados de Magdalena, confundiendo con ella su aliento y escuchando los latidos de sus corazones, unidos por misteriosa corriente magnética, sintiose contagiado por la embriaguez que dominaba a su novia y le trastornó el vértigo.

Pero todos los testigos habían guardado la mayor discreción acerca del ridículo incidente del gato, y M. L'Ambert, lejos de estar desfigurado, parecía haber ganado en el cambio. Una baronesa observó que su fisonomía era más dulce desde que llevaba la nariz recta. Una vieja canonesa, dechado de malicia, preguntó al príncipe de B... si no haría bien en buscarle querella al turco.

Solamente que en las antiguas novelas, el hombre dechado era el que por amor a las nobles ideas de justicia y caridad acometía empresas superiores a sus fuerzas. En las modernas es el que por temor al ridículo se abstiene de todo entusiasmo y de toda acción generosa.

Lo que puede afirmarse es que cada una, en su tipo propio, es trasunto y dechado de la hermosura femenina. Se atribuye ello a la fusión de razas heterogéneas en este crisol argentino. Mi marido que, como sabéis, es muy inteligente, suele disertar de sobremesa acerca de este tópico, teniéndome a por amable auditorio.

Básteles saber que este joven, poniendo en juego sus malas artes amorosas, embaucó y engañó y arrastró tras a quien había sido la misma firmeza, el pudor mismo y la mismísima lealtad, dejando burlada la ideal adoración de un hombre que había sido el dechado de la constancia y delicadeza.

Eso acontece en Coteruco, pueblo que llegan a corromper dos intrigantes y un mentecato, sin otro fin que el de satisfacer ruines pasiones y venganzas. Y eso que Coteruco era antes el mejor pueblo del valle, y aun el dechado de todos los pueblos de la Montaña, por la honradez y amor al trabajo de sus moradores.

Si la disposición de ánimo, que de este afecto nace, no tuerce mi juicio, inclinándole a la benevolencia, me atrevo a afirmar que la obra literaria, que el nuevo Académico nos ha leído, corrobora las razones que para elegirle tuvisteis, siendo dichosa muestra de sobriedad, tersura y sencilla elegancia de estilo y cumplido dechado de crítica juiciosa.

Creen algunos que estas persecuciones contra los judíos se mitigaron en el reinado de Witiza: monarca á quien nos pintan los escritores de su tiempo como un dechado de virtudes, i los de siglos mas cercanos al nuestro como un monstruo de todo linaje de maldades. No es mi propósito alabar ni deprimir la memoria de este rei.