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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Se ha ido sin despedirse de Juan, y cuando éste fue a verla el otro día, se encontró con la puerta cerrá. Y ahí le tiene usté, triste como un cabayo enfermo, y anda con los amigos con cara de entierro, y bebe pa alegrarse, y cuando vuelve a casa paece que le han dao cañaso. No; él no olvida a esa mujer.
Ya sé que le has dao una paliza gitana en la tienda de la Parra y luego la licencia absoluta. Te engañas, máscara. Se ha marchado ella por su gusto. ¡Ay, Velázquez, qué malo eres y qué traidor con las pobres mujeres!... Pero Dios te castigará algún día; no tiene remedio. Dame la mano, falso; voy á decirte la buenaventura. Tómala, niña, y hazlo vivito que se reúne mucha gente.
¿Todos? Todos. Pero, ¿y mi padre? Toma, el pobre señor arriba. Como usted entró corriendo... no le dije ná. La señora, don Tirso y la señorita salieron a cosa de las cuatro, diciéndome que tuviera cuidao... y hasta ahora. ¡Figúrese Vd. qué iba a cuidar! Si me hubieran dao el picaporte... quié icir que podría haber subido por si el señor nesecitaba algo.
Un brasileño insinuó dulcemente con lenguaje mesurado y cortés: «Se os senhores dâo licença...». Y el Brasil entraba igualmente en la gran alianza. ¡Viva la América latina!... Alguien se fijó en mi humilde persona y en el adorno que llevo junto a un ojo. «¡Ah, pobre galleguito simpático!» Y prorrumpieron en vivas a la «madre patria», a la vieja España, ensalzándola melancólicamente, como si hablasen de una abuela que se les hubiese muerto hace años.
Se lo pasó de pitón a pitón un buen rato, zarandeándolo como un dominguiyo, hasta que al fin, como si lo despreciase, lo arrojó a un lao, y ayí permaneció el que yaman «rey de los animales» hecho un oviyo, quejándose como un gato al que han dao un palo... Le suertan aluego el tigre, y la cosa fue más corta.
Me lo yevé decía conmovido el marqués . Le degorví al empresario sus dos mil pesetas. Mi hasienda entera le hubiese dao. Al mes de pastar en la dehesa ya no le quedaban ni señales en el morriyo... Quise que aquel valiente muriese de viejo; pero los buenos no prosperan en este mundo. Un toro marrajo, que no era capaz de mirarlo de frente, lo mató a traisión de una corná.
Hizo él al oírla un gesto, que equivalía a un ¿por qué?, y prosiguió la vieja: Misté, don Pepito, la verdá, me han dao intenciones de callarme, porque... Vd. ya lo sabe, en deciocho años que yevo aquí, mayormente nunca me he metió en ná. Pero... en fin, que me da lástima de Vd. ¿Qué ocurre? ¡Hable Vd!
Lo que yo digo: «Ya le verán ustés, cuando esté bueno del todo, y me darán noticias...» Haz como otras veces. Te vas al toro derechamente, con ese coraje que Dios te ha dao, y ¡zas! estocada hasta la cruz... y te lo metes en el bolsillo. Gallardo aprobaba con una sonrisa enigmática... ¡Meterse los toros en el bolsillo! No deseaba otra cosa.
¡Entra Joaquín! ¡Miau! ¡Entra, canalla! ¡Miau! Vi a Paca llevarse las manos a la cabeza y tirarse con rabia de los cabellos. ¡Mardita sea mi suerte! ¡Y que Dios tenga en er mundo a este roío dao pol tal y me haya llevado aquel corasón de hijo!
Rafael agarró al mozuelo por un hombro, haciéndolo balancearse, y lo presentó a Salvatierra con una gravedad cómica. Este es Alcaparrón, del que usté habrá oído hablar seguramente. El gitano más ladrón de too Jerez. Si hubiese justicia, hace tiempo que le habrían dao garrote en la plaza de la Cárcel.
Palabra del Dia
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