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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Pero existe en el interior mío una muy curiosa inconstancia: de pronto me posee un deseo ardiente de que nuestra amistad se convierta en amor, y al rato rechazo como absurdo semejante anhelo y prefiero prolongar indefinidamente esta situación ambigua, para que él pueda seguir añadiendo a los encantos que tengo los hechizos que me faltan. ¡Cómo debo haber embellecido en su imaginación!
¡Oh! señora respondió el cura descontento, San Pablo es la gloria de la Iglesia... Pero como no quiero que le crea usted el padre de las solteronas voy a leerle una carta muy curiosa del Papa Inocencio IV a propósito de las solteronas. Allí verá usted la doctrina de la Iglesia en plena Edad Media, y, por consecuencia, una rehabilitación de San Pablo.
¿Y todo eso para que al final no se supiera la verdad? ¿Cómo vindicar la memoria de la inocente, profanada y envilecida? ¿Debía él, en presencia de todos, el día de los debates, jurar por la Cruz la inocencia de la muerta? ¿O debía más bien desear que el proceso no se llevara adelante, y declarar que se había engañado, y reconocer que la inocente se había dado muerte ella misma evitando así el verse obligada a revelar ante la multitud curiosa, el secreto del ser amado?
El río estaba en bajante, y mucha gente curiosa ocupaba la playa, donde un enjambre de pilluelos saltaba y retozaba por las toscas. No faltaban personas graves que, armadas de anteojos de teatro, escudriñasen el río y consultasen con sus vecinos los puntos más remotos que se dibujaban en el límite del agua con el cielo.
Bajaban por las laderas, como ovejas en tropel, blancas viviendas, medio ocultas algunas de ellas en los repliegues sombreados de verde. Por encima de las cumbres iba pasando la caperuza nevada del Teide como una cabeza curiosa, ocultándose o apareciendo, según el buque marchaba cerca o lejos de la costa.
Bajo la revolucion, Palacio de la Igualdad. Despues de la revolucion de Febrero, Palacio Nacional. Ultimamente, Palacio Real. Ha servido de alcázar, de tribunado, de Bolsa, de tribunal de comercio, y actualmente de Palacio y bazar. Vamos al Luxemburgo, cuya historia es más breve todavía, aunque no menos curiosa y picante.
Era tan perfectamente cándido e ignorante, que el primer despertar de ciertos impulsos en medio de mis ingenuidades me fue señalado por una inquieta mirada de mi tía y una equívoca y curiosa sonrisa de Oliverio. Pensé que era vigilado y me vino el deseo de averiguar la causa de aquella vigilancia. Fue una falsa sospecha que por primera vez en la vida me hizo ruborizar.
Vd. tiene que ser un extranjero recién llegado, amigo, le respondió el hombre, dirigiendo al mismo tiempo una mirada curiosa al que hizo la pregunta y á su salvaje compañero, de lo contrario habría Vd. oído hablar de la Señora Ester Prynne y de sus fechorías. Ha sido motivo de un gran escándalo en la iglesia del santo varón Dimmesdale. De veras, replicó el otro.
Toda esa gente me pareció formar una raza enérgica, de excelentes instintos y capaz de ser un pueblo estimable y progresista con solo darle el impulso de la educacion, la industria y las buenas instituciones. Y la turba de vendedores dispersa sobre la barranca del puerto á la sombra de algunos árboles, no era menos simpática y curiosa.
La relacion de los elementos anuales de la poblacion es muy curiosa, y no lo seria ménos la pariedad de estos elementos con aquellos que existen en las ciudades europeas, donde, en ciertas esferas de la sociedad, la falta de comodidades, la desigualdad de fortunas y mil otros motivos, impidiendo casarse á muchos individuos de ámbos sexos, dan lugar á un sin número de nacimientos ilegítimos; mientras que en las provincias de Moxos y de Chiquitos, casándose todos los individuos desde que tienen la suficiente edad, no se encuentran hijos naturales.
Palabra del Dia
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