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Actualizado: 23 de junio de 2025
De ese modo la imágen de todos los que pasan por la calle y entran á las tiendas se reproduce delante de la curiosa, escondida detras de su ventana y ocupada en su labor ó su lectura, sin que nadie pueda escrutar el interior con indiscretas miradas, ni aun se aperciba de que su fisonomía ó sus actos están llamando la atencion arriba.
Al cabo, una gran luz argentada bañó súbitamente toda la campiña. La luna había aparecido entre dos nubes, bella y esplendorosa como una virgen que abre las ventanas de su aposento. Mas apenas hubo echado una mirada curiosa a nuestra comitiva, cuando los nubarrones se estrecharon, poniendo venda a sus ojos y dejando a la tierra triste y sombría.
Sin embargo, había desaparecido... robado, probablemente, por sus enemigos. Es una copla curiosa sonrió el abogado. Pero el pobre Blair tenía, según creo, poca cultura literaria. Poseía mayores conocimientos marinos que poéticos.
Se abandona la empresa, y cuando la debilidad empieza a producir calambres en el estómago, se acude al brandy, que engaña por el momento, pero al que se vuelve a apelar así que ese momento ha pasado. Allí también empecé a estudiar la curiosa organización de los bogas del Magdalena, que sirven de marineros en los vapores, contratados especialmente para cada viaje.
Junto a él, su esposa, vestida de blanco con gran profusión de blondas de precio, hacía saltar entre los dedos su inseparable ristra de perlas con gesto de aburrimiento. Al pasar los dos amigos ante ella, sus ojos vagos parecieron concentrarse en Fernando con una mirada breve, pero vehemente y curiosa.
No, Valentina... ¡Qué ignorante!... me repuso. Pero Martín dice que don Pío les hace a ustedes un curso de astronomía práctica muy curiosa. ¡Oh! broma de Martín; usted ya sabe lo que es don Pío y lo que es Martín. ¿Pero sabe, Julio, que debe ser muy curiosa esa explicación? agregaba sonriendo Valentina. Yo callaba entretanto; toda la sangre me subía a la cabeza.
Entre tanto, la escena es bien curiosa en el primer término del paisaje.
Recordando la curiosa carta en italiano que había tomado de entre los papeles del muerto, le pregunté al viejo si conocía algún punto llamado San Frediano el lugar señalado para la cita entre el hombre que había escrito la carta y mi pobre amigo fallecido. Ciertamente replicó. Detrás del Cármine está el mercado de San Frediano, y en Lucca hay la iglesia de San Frediano, también.
Acarició con mirada curiosa la habitación, elegante y alegre, y miró a Salvador, fascinada, muy, sorprendida.... Venía del país del sueño y del olvido.
Así acontece con las lágrimas que vertemos por las primeras penillas de la vida: llanto sin amargura, rocío leve, que antes refresca que abrasa. Comenzaban a entretenerla las estaciones y la gente que se asomaba curiosa a la portezuela, escudriñando el interior del departamento.
Palabra del Dia
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