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Actualizado: 17 de junio de 2025


Cervantes pasó al hospital á curarse de sus heridas, y se quedó en Mesina, mientras casi todas las tropas se distribuían por el interior de Sicilia. En la primavera del año siguiente se hizo de nuevo á la vela para el Archipiélago en el regimiento de Figueroa, y asistió á la batalla de Navarino; pero se frustró la expedición, y la flota volvió á Mesina en noviembre.

Sufría en silencio, intentando curarse: sería un hombre y, en los momentos de desaliento, el recuerdo del ridículo en que había vivido bastaría para darle fuerza. Pero, ¡ay! ¡cómo le aterraba la soledad de aquella existencia que aún le quedaba por delante! ¡Qué miedo le causaba la monotonía de una vida sin ilusiones! Vaya, Pepe: no hay que ser niño dijo el doctor con autoridad.

Pocos transeuntes cruzaban á la sazón, y los que cruzaban se contentaban con dirigir una mirada á la dama, sin curarse para nada del criado. Cuando llegaron al alojamiento de Nolo, éste se adelantó unos pasos para ver si había alguien en el portal. No había nadie. Entraron.

El interés religioso es en este período de transicion el mas postergado por las naciones cristianas, y la católica España, si no pierde de vista completamente los deberes que su le impone, parece al menos no curarse de ellos sino de tarde en tarde, cuando puede utilizarlos como derechos en pró de su ambicion particular.

Pero algo había que hacer, si el otro no lo hacía espontáneamente; porque aquello no podía quedar así, en la situación de ánimo en que ella se encontraba. Antes lo necesitaba para satisfacción de su femenil curiosidad; entonces le era indispensable para curarse de aquella inquietud nerviosa que no admitía otra medicina y era un simple fenómeno de su ridícula enfermedad.

Alguien que le tendrá un odio implacable, me imagino rió el cirujano, que era mi amigo desde hacía varios años y que tenía por costumbre asistir algunas veces a las partidas de caza con los Fitzwilliams. Pero, vamos, viejo compañero, alégrese; uno o dos días tendrá que pasar con leche y caldo, dejar curarse la herida y permanecer muy tranquilo. Ya verá cómo pronto vuelve a recuperar su salud.

Por no dar que murmurar, o por asegurarse mejor de su persona, o quizá por un vago temor de que pudiera curarse, los esposos Osorio no le enviaron a un manicomio: tuviéronle guardado en casa. Salabert se había convertido en niño. No se preocupaba ya de otra cosa que del alimento. Hablaba poco.

Aquellos eran tiempos de pelear, en que cada hombre iba de soldado a defender a su país, o salía por ambición o por celos a atacar a los vecinos; y como no había libros entonces, ni teatros, la diversión era oír al aeda que cantaba en la lira las peleas de los dioses y las batallas de los hombres; y el aeda tenía que hacer reír con las maldades de Apolo y Vulcano, para que no se le cansase la gente del canto serio; y les hablaba de lo que la gente oía con interés, que eran las historias de los héroes y las relaciones de las batallas, en que el aeda decía cosas de médico y de político, para que el pueblo hallase gusto y provecho en oírlo, y diera buena paga y fama al cantor que le enseñaba en sus versos el modo de gobernarse y de curarse.

El sol hizo surgir los colores del iris en el chorro de agua que caía como un espléndido penacho sobre la calle: el empleado municipal lo sacudía sin curarse de su belleza, haciéndole servir a los fines prosaicos de la policía urbana; mas el chorro salía altivo y alegre de la manga y se esparcía en el aire, cayendo en lluvia de plata unas veces, otras en lluvia de cristal y otras de fuego.

Según me dijo el patrón más tarde, opinaba que yo era un verdadero sabio y se alegraba en el alma de haber tropezado conmigo, porque tenía muchas esperanzas de curarse con mis recetas. ¡Pobre señora! Héteme aquí, pues, en relación amigable, y bastante íntima, con aquellas monjas, gozando bien gratuitamente de opinión de médico sapientísimo.

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