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Actualizado: 4 de julio de 2025
De repente, cuando más descuidada estaba la familia, dejó oír un rumor amenazante. Allí dentro iba a pasar algo tremendo. Pero tanta fanfarronería de ásperas ruedas se redujo a dar la hora. Sonaron once golpes de cencerro. Doña Laura se levantó y las niñas dejaron la costura. La criada tomó el dinero de la compra. Isidora desapareció, mientras Emilia guardaba la máquina.
Hay que guardar el secreto: mucho cuidado, señores, y ustedes, niñas, guárdense muy bien de ir contando estas cosas cuando vayan a la costura, porque puede llegar a oídos del Gran Duque de Berg... Yo creo que pasará lo siguiente: el ejército de Andalucía vendrá a la Mancha; los franceses irán a batirlos, dejando libre a Madrid, donde entrará D. Gregorio de la Cuesta, el cual, si sigue después hacia el Mediodía, les picará la retaguardia por Tarancón; y como al mismo tiempo los de allí le harán retroceder hacía el Tajo, viéndose los franceses atacados por un lado y otro, por fuerza tendrán que caer al río, donde se ahogarán.
Una sola persona se lo mandó a casa; y consistió el regalo en un magnífico neceser de costura, formado por una gran caja de piel de Rusia, colocada sobre un precioso mueblecito, y provista de tijeras, pasacintas, devanaderas, carretes y dedal, todo de plata: nada faltaba de cuanto puede desear una mujer aficionada a hacer labores.
Al concluir, éste tenía los ojos húmedos, y exclamó mirando al techo: ¡Pobre niña! Julia guardó la carta en el pecho, cogió otra vez la costura y se puso a mover la aguja en silencio. Al cabo de algunos minutos el enfermo volvió a decir: Voy a pedirte otro favor... Lo que quieras...
En tanto que don Quijote pasaba el libro, pasaba Sancho la maleta, sin dejar rincón en toda ella, ni en el cojín, que no buscase, escudriñase e inquiriese, ni costura que no deshiciese, ni vedija de lana que no escarmenase, porque no se quedase nada por diligencia ni mal recado: tal golosina habían despertado en él los hallados escudos, que pasaban de ciento.
No hay que afirmar que pasamos por la de Pepita, quien de algún tiempo a esta parte se va haciendo algo ventanera y estaba a la reja, en una ventana baja, detrás de la verde celosía. No bien sintió Pepita el ruido y alzó los ojos y nos vio, se levantó, dejó la costura que traía entre manos y se puso a miramos.
Desde la muerte de su madre, señá Rosa había establecido una escuela de niñas, a que en los pueblos se da el nombre de amiga, y en las ciudades, el más a la moda, de academia. Asisten a ella las niñas en los pueblos, desde por la mañana hasta mediodía, y sólo se enseña la doctrina cristiana y la costura. En las ciudades aprenden a leer, escribir, el bordado y el dibujo.
Contemplando á Perla, dejaba con frecuencia Ester caer la costura en el regazo, y rompía á llorar con una aflicción que hubiera deseado ocultar, y que se manifestaba con sollozos y palabras entrecortadas exclamando: "¡Oh Padre que estás en los cielos! si es que eres aun mi Padre, ¿qué criatura es esta que he traído al mundo?"
Arte que en aquella época, como hoy, era casi el único que estuviera al alcance de la mujer, la costura. Llevaba en el seno, en la letra primorosamente bordada, una muestra de su habilidad delicada y de su inventiva, de que se habrían alegrado las damas mismas de la Corte poder aprovecharse para agregar á sus ricas telas de seda y oro los adornos aun más preciados del arte humano.
Dio un paso atrás, revolvió en su cesto de costura, sacó una navaja enorme, y corriendo en seguimiento del gigante, que retrocedía espantado, exclamó con bramido: Te degüello....
Palabra del Dia
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