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Actualizado: 18 de julio de 2025


Acompañando á la princesa, se habituó á besar la mano á las señoras con una gracia de viejo cortesano; aprendió también á sostener largas conversaciones sin decir nada, á mantenerse aparte y casi invisible mientras hablaban las gentes de origen superior.

Cuando se cansaba de hablar, entonaba alguna canción picaresca con ribetes de obscena, que hacía reír no poco al joven cortesano. La alegría es contagiosa, como la tristeza. La de Celesto consiguió pegársele y llegó pronto a hacerle el dúo, poniendo en inusitado ejercicio las fuerzas de sus desmayados pulmones.

Siguiendo su mirada y sintiéndose incapaz, bajo la viva emoción, de formular algún concepto cortesano, Ramiro profirió: Son nuestros antepasados: los Aguilas, claros varones y mujeres, que murieron hace mucho. Hizo una pausa y continuó: ¡Nosotros también pasaremos como ellos, Beatriz!

Martínez comprendió que había asomado la oreja lugareña bajo la piel del ministro cortesano, y entró en materia, dejando a un lado compasivos preámbulos y recetas caseras. Siento entonces venir a aumentarle a usted la jaqueca; pero el negocio es grave y urgente...

Decís bien, debéis descansar... aunque no sois vieja. Trabajo siempre para el público... Decís bien... debéis trabajar para menos gente... ya quise que trabajáseis para mi... con el corazón; pero vuestro corazón anduvo reacio. Punzáis, don Francisco. ¿Ortiga me hacéis? desgraciado ando. No lo andáis mucho, cuando os veis en la corte. Pues mirad: no quisiera ser cortesano.

Hasta llegó a imaginar que le apadrinaran los Reyes, o en su nombre algún empingorotado magnate, pero fue tan mal recibido en Palacio, al tantear la voluntad de las personas elegidas in mente por el cortesano para aquel fin, que se trastornaron sus planes.

Reina en tu mundo, despreciaste el mío, y cuanto te ofrecí resultó en vano. ¡Poseedora del cetro cortesano, un hogar de virtud te causa frío! Pasa, pasa, mundana incorregible, que corres ciega tras el imposible placer que anhela tu alma pecadora... Yo he de verte, más tarde, envejecida, sollozar el recuerdo de tu vida sumida en tu vejez desoladora.

Es muy difícil explicar a un lector cortesano, o sea a un hombre que vive en una gran ciudad, donde los dolores son fugitivos, el ambiente de dolor, de tristeza, de resignación, casi agresiva y pase la antítesis que se forma en ciertas casas de pueblo cuando se conlleva un duelo por la muerte de un deudo. El deudo que ha muerto aquí es lejano y hace muchos meses que ha muerto.

Os pregunto que de dónde sois, porque me parecéis un tanto cortesano: me estáis enamorando á la ventura sin soltar prenda. Pues os engañáis, señora; no soy cortesano sino desde esta tarde. ¡Cómo! ¿no habéis venido hasta ahora á la corte? No; y sin embargo, aunque no llega á una hora el tiempo que hace que estoy en ella, me han sucedido tales aventuras... ¿Aventuras y en una hora?

Comprándolas en la misma fuente, naturalmente que serían más baratas que sacándolas como hasta entonces del occidente de la India. Una baja sobre la pimienta fué la inspiración primitiva del viaje más heroico que se ha hecho en nuestro planeta. Por aquellos tiempos, el espíritu cortesano, la intriga, teníanlo dominado todo en Portugal.

Palabra del Dia

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