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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Deseaba su mayoría de edad, como el príncipe heredero ansía el momento de ser coronado rey. Desde niño le habían acostumbrado a esperar este suceso que dividiría su vida en dos, presentándole nuevos caminos para marchar rectamente a la gloria y la riqueza.

Presenta animadísimos cuadros de costumbres de ciertas clases sociales, tipos de honradez acrisolada y también de criminal astucia y modelos de fina amistad y compañerismo; conmueve profundamente en su triste desenlace, que, por otra parte, se ve coronado con un nimbo de luz de la divina misericordia, dejando el ánimo del lector suavemente resignado y satisfecho.

Tan rara alucinación era, sin duda, causada por la vuelta a Ulloa, después de un paréntesis de dos lustros. ¡La muerte de la señora de Moscoso! Nada más fácil que cerciorarse de ella.... Allí estaba el cementerio. Acercarse a un muro coronado de hiedra, empujar una puerta de madera, y penetrar en su recinto.

A la izquierda se yergue el cabezo árido de Cabreras; a la derecha el monte de Castalla avanza decidido; se detiene de pronto en una mella enorme; en el centro, sobre el azul del fondo, resalta el ingente peñón de Sax, coronado de un torreón moruno.

Estos recuerdos le hacían volver los ojos á una mole que avanzaba en el mar, azuleada por la distancia, despegada de la tierra á la simple vista, como un islote enorme. Era el promontorio coronado por el Mongó, el gran promontorio Ferrario de los geógrafos antiguos, la punta más avanzada de la Península en el Mediterráneo inferior, que cierra por el Sur el golfo de Valencia.

El poeta, al dirigirse al público al final de la comedia, asegura que «está tomada de un suceso verdaderoHubo de ocurrir, pues, con arreglo al argumento, en la primavera de 1581, durante el viaje á Lisboa de Felipe II para ser coronado en ella; sin embargo, ni Luis Cabrera, en su Vida de Felipe II, ni Leti y Watson dicen nada de esto.

Acércanse entonces sus perseguidores; entrégase á ellos sin hacer resistencia; declara en voz alta que vuelve á profesar la religión cristiana, y considera como un beneficio la muerte de los mártires con que le amenazan. Llevado á Túnez, pide perdón á su padre y hermana con lágrimas de arrepentimiento, y á la conclusión, se le ve morir risueño en la cruz, coronado de espinas.

Arrancan de la tierra, rodeados de palacios, sus cuatro pies de hierro: se juntan en arco, y van ya casi unidos hasta el segundo estrado de la torre, alto como la pirámide de Cheops: de allí fina como un encaje, valiente como un héroe, delgada como una flecha, sube más arriba que el monumento de Washington, que era la altura mayor entre las obras humanas, y se hunde, donde no alcanzan los ojos, en lo azul, con la campanilla, como la cabeza de los montes, coronado de nubes.

La Revolución había derribado, había robado; pero la Restauración, que no podía restituir, alentaba el espíritu que reedificaba y ya las Hermanitas de los Pobres tenían coronado el edificio de su propiedad, tacita de plata, que brillaba cerca del Espolón, al Oeste, no lejos de los palacios y chalets de la Colonia, o sea el barrio nuevo de americanos y comerciantes del reino.

Entra en Córdoba triunfante S. Fernando, no coronado de laurel ni en carro tirado de tigres, leones y panteras, como acostumbraban los orgullosos emperadores romanos, sino en humilde y devota procesion, acompañado de los obispos D. Juan, de Osma; D. Gonzalo, de Cuenca; D. Fr.

Palabra del Dia

crocus

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