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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Cubrióse luego de un sudor de pies a cabeza, tan lleno de miedo, que le volvió de león en cordero y de animal indomable en generoso caballo, de manera que los muchachos se atrevieron a manosearle, y los caballerizos del rey, enjaezándole, subieron en él y le corrieron con seguridad, y él mostró su ligereza y su bondad, hasta entonces jamás vista; de lo que el rey quedó contentísimo y Sulpicia alegre, por ver que mis obras habían respondido a sus palabras.

En sus ojos límpidos, húmedos, brillaba siempre la sonrisa dulce y resignada de los seres que han nacido para víctimas. Había en tal adorable criatura algo de cordero y mucho también de paloma, como si estos dos animales hubiesen cedido de buen grado el uno su resignación, el otro su inocencia, para formarle. Godofredo Llot no era un muchacho de estos tiempos, como decía muy bien D.ª Rafaela.

10 El que lleva en cautividad, va en cautividad; el que a cuchillo matare, es necesario que a cuchillo sea muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos. 11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los del Cordero, mas hablaba como el dragón.

Con este sol y aurora me vestía; Retozaba el muchacho, como en prado Cordero tierno al prólogo del día. Cualquiera desatino mal formado De aquella media lengua era sentencia, Y el niño á besos de los dos traslado. Dábale gracias á la eterna ciencia, Alteza de riquezas soberanas, Determinado mal á breve ausencia; Y contento de ver tales mañanas, Después de tantas noches tan obscuras.

27 éste es el que ha de venir tras , el cual es antes de ; del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato. 28 Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 29 El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

El Príncipe moro invita al viejo Guzmán á celebrar con él una entrevista; preséntase en las almenas de la plaza; traen á su hijo con sus pesadas cadenas; ¡qué escena entre el padre y el hijo al volverse á ver! ¿A dónde Lleváis maniatado, Infante, Ese cordero inocente, Que aún apenas balar sabe? Al sacrificio, Guzmán, Si no tratas de entregarme A Tarifa antes que el sol A los antípodas baje.

Fuese allá, y vio a su tía con otras dos tarascas junto a una mesilla, comiendo un guiso de cordero en platos de Talavera. Jarro de vino y botijo de agua completaban el servicio.

Al decir esto, Cordero le miró atentamente, por sorprender en su cara el efecto que aquella declaración le causaba; pero la cara del jesuita no expresó nada. Era una cara de palo. Llevaremos el susto con paciencia dijo el Padre Gracián, ofreciendo al héroe un polvo, que por no ser de Manresa, aceptó gustoso D. Benigno.

Carlos fué tierra; eclipse padecistes Divino sol, pues me quitaba el veros, Opuesto como nube densa y grave Gobernaba la nave De mi vida aquel viento De vuestro auxilio santo Por el mar de mi llanto Al puerto del eterno salvamento, Y cosa indigna, navegando, fuera Que rémora tan vil me detuviera. ¡Oh, como justo fué que no tuviese Mi alma impedimento pan amaros, Pues ya por culpas propias me detengo! ¡Oh, como justo fué que os ofreciese Este cordero, yo, para obligaros!

Aquella gran mujer, Isabel Cordero de Arnaiz, dotada de todas las agudezas del traficante y de todas las triquiñuelas económicas del ama de gobierno, fue agraciada además por el Cielo con una fecundidad prodigiosa. En 1845, cuando nació Juanito, ya había tenido ella cinco, y siguió pariendo con la puntualidad de los vegetales que dan fruto cada año.

Palabra del Dia

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