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Actualizado: 23 de julio de 2025


Los muros del Palacio eran de coral; los árboles tenían esmeraldas por hojas, y rubíes por fruta; las escamas de los peces eran plata, y las colas de los dragones, oro. Piensa en todo lo más bonito, primoroso y luciente que viste en tu vida, ponlo junto, y tal vez concebirás entonces lo que el Palacio parecía. Y todo ello pertenecía a Urashima.

Arbustos extraños, elegantes, las gorgonas, las isis, extienden su rico abanico; el coral adquiere su color rojo bajo las olas. Por espacio de setecientas leguas antes de llegar al Ecuador y por otras setecientas del lado de allá continúa la mágica ilusión. Hay seres inciertos, como por ejemplo las coralinas, que los tres reinos se disputan.

¿Perla? más bien Rubí, ó Coral, ó Rosa encendida por lo menos, á juzgar por tu color, respondió el anciano ministro extendiendo la mano, inútilmente, para acariciar la mejilla de Perla. ¿Pero dónde está tu madre? ¡Ah! Ya comprendo, agregó; y dirigiéndose al Gobernador le dijo en voz baja: Esta es precisamente la niña de que hemos hablado; y ved ahí á esa infeliz mujer, á Ester Prynne, su madre.

En la iglesia se arrodilla siempre próxima al presbiterio, y jamás se ha visto á una taga-bayan sin su correspondiente devocionario y su rosario de coral, plata ó nácar. Casi todas han estado en colegio, saben leer, escribir y bordar, un poquito de música, y hasta algunas se permiten rimar un cundiman, dedicado á alguna amiga, el día de su santo.

Sus manos chorreaban betún, y en el traje se habían limpiado las suyas asquerosísimas los otros muchachos. El Pitusín tenía el cabello negro. Sus labios rojos sobre aquel chapapote superaban al coral más puro. Los dientecillos le brillaban cual si fueran de cristal.

Aún veo vuestros ojos brillantes de dicha, aún veo vuestros labios de coral plegados por una sonrisa divina. Mis manos infantiles batieron las palmas y grité con toda la fuerza de mi pecho: «¡Vivan los novios! ¡Adiósme dijisteis enviándome un beso. Y partisteis. ¡Ay, pluguiera al cielo que no dierais un paso más!

De Josefina, que tenía la cabeza vuelta, sólo se alcanzaban a ver los bucles del artístico peinado, la mancha roja de una camelia prendida entre la oreja y el arranque del blanco cuello, y la bola de coral del pendiente, que oscilaba a cada movimiento de su dueña.

Alzaba los ojos sorprendida, pero viéndole sonreír, sonreía también y alargaba sus labios de coral para darle un beso. ¿Por qué lloras, Luis? ¿Tienes pupa? Josefina no entendía que hubiese motivo más grave en el mundo para llorar. Amaba a Luis tiernamente, y eso que le chocaba y entristecía la frialdad que con ella usaba ordinariamente.

Es muy probable que seres mucho más sencillos precedieron y prepararon aquéllos, mas su muelle consistencia no ha dejado ningún vestigio. ¿Cómo habrían podido resistir la acción de los tiempos tan débiles seres, cuando las más duras conchas son trituradas ó disueltas? En el mar del Sur se han visto peces de acerados dientes ramoneando el coral, lo mismo que un carnero ramonea la hierba.

El pianista veía los puertos solitarios de los países históricos y muertos, con sus rondas de gaviotas sobre la tranquila copa azul; las bahías gigantescas llenas de humo y actividad de la América del Norte; las riberas antillanas, con sus bosques de cocoteros, negros sobre un cielo enrojecido por el ocaso; las islas del Pacífico, de duro coral, formando un anillo en torno de un lago interior... ¡Y aquel mago omnipotente confesaba la pérdida de sus riquezas!...

Palabra del Dia

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