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Actualizado: 1 de junio de 2025


Escribí á don Hugo que me veía expuesta á quedarme sola en el mundo, y don Hugo me contestó, enviándome los papeles necesarios por medio de un amigo suyo para que pudiera casarme con él por poder, que para este efecto había dado á su amigo.

Escribí a mi tío, participándole el buen resultado del negocio, y manifestándole que, no teniendo nada que hacer en España, iba a completar mis viajes yendo a Oriente. Mi tío me contestó enviándome libramientos por valor de algunos miles de duros, para que pudiese hacer el viaje como correspondía a mi clase. Me llevé conmigo a Mauricio, y...

Y así, pues debo á mi fortuna la natural inclinación que siempre le he profesado, suplico á V. md. tenga á bien expresar con toda individuación cuáles son todas sus comedias, enviándome una nómina de sus títulos, para que pueda yo con esta regla irlas buscando, con la seguridad de que no me defraudará la diligencia la incertidumbre de conseguir las de otro; y para este fin incluyo á V. md. la memoria de todas las que hasta ahora tengo en cinco partes, que corren con el nombre de suyas, pidiéndole me diga si hay más; y también dónde hallaré las de la otra memoria, que también incluyo, en que he apuntado las que por ahora he echado de menos.

Sigo, pues, adorándote, apesar de todos los agravios. No fui yo quién te solicitó. me provocaste, me excitaste a que te amara enviándome tu retrato con un apasionado escrito.

Me descubrí y saludé profundamente. La Princesa tenía puesta una blanca bata y llevaba suelta la hermosa cabellera. Contestó a mi saludo enviándome un beso y dijo: Sube con el Rey, Elga. Le ofreceré siquiera una taza de café. La Condesa me miró de soslayo sonriéndose y me precedió hasta la habitación donde esperaba Flavia.

¡El está aquí! exclamó Juanita. , a despecho del cardenal, que ha llegado esta mañana para llevárselo; está en Granada, oculto durante el día; viene todas las noches al jardín de este palacio, se acerca a las ventanas, enviándome antes para ver si alguien nos observa... Por esto he sido sorprendido, y he faltado por usted a mi juramento...

Aún veo vuestros ojos brillantes de dicha, aún veo vuestros labios de coral plegados por una sonrisa divina. Mis manos infantiles batieron las palmas y grité con toda la fuerza de mi pecho: «¡Vivan los novios! ¡Adiósme dijisteis enviándome un beso. Y partisteis. ¡Ay, pluguiera al cielo que no dierais un paso más!

Palabra del Dia

trifulcas

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