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Actualizado: 5 de julio de 2025
Cuando hablaba, cosa frecuente, lo hacía en ese tono que generalmente se llama de carretilla, como dicen los chicos la lección; en el tono en que se recitan las letanías y los gozos. Examinando atentamente su figura, se observaba que la expresión mística que en toda ella resplandecía, era más bien debida á un hábito de contracciones y movimientos, que á natural y congénita forma.
El acento rencoroso, la voz dura con que dijo estas palabras, le sorprendieron, como si procediesen de otra boca. La enfermera lo miró con sus ojos límpidos, agrandados, serenos, unos ojos que parecían libres para siempre de las contracciones de la sorpresa y del miedo. La respuesta se deslizó con la misma limpieza que la mirada. Es Laurier... Es mi marido.
Lowe, escoltada por su marido, que llevaba bajo el brazo un rimero de partituras, acogía estos elogios con foscas contracciones de su rostro caballuno. Sentíase ofendida por la falta de gusto de los oyentes: sólo la habían hecho repetir su canto dos veces, cuando ella traía ensayadas una docena de romanzas. El público se lo perdía.
Sensación tan débil, por otro lado, que no tuvo reparo Dicquemare en recibirlo en un ojo, sin que le produjese malos resultados. He aquí una criatura apenas garantida, que vive al acaso; y eso que es superior. Tiene sentidos, y á juzgar por sus contracciones, una susceptibilidad notable de sufrimiento.
Mucho tiempo después de estar separadas sus grandes vísceras, producen las masas informes del tiburón terribles contracciones que algunas veces han sido bien funestas, pues el poco conocimiento ó la imprudencia han sido causa de que algunos pasajeros hayan perdido un pie ó una mano, entre mandíbulas que creían desprovistas de fuerza vital.
Sus labios se movían apenas, como si temieran dejar adivinar en sus contracciones las palabras deslizadas suavemente. Robledo se arrepintió de su curiosidad al ver la rápida mirada que le dirigía Fontenoy, mientras continuaba hablando á Elena, puesta de espaldas á la puerta. Esta mirada volvió á emocionarle como la otra.
Lo que pasó en esta entrevista no se supo, pero sí pudo observar quien le siguiera los pasos que Laguardia se quitó las gafas para limpiarlas tres o cuatro veces antes de llegar a casa; signo evidente de preocupación: las habituales contracciones nerviosas de su rostro se multiplicaron hasta llamar la atención de los transeúntes. No se alteró el curso de los sucesos en apariencia.
Fijos sus ojos en los de él, buscaba al mismo tiempo una de sus manos, y llevándola detrás de su talle, la oprimía con invisibles apretones. A ella no le interesaban los negocios; podía hablar papá con su voz reposada y musical todo lo que quisiera: no le oía; a ella sólo le interesaba lo suyo. Y movió los labios sin emitir la voz, indicando con marcadas contracciones el mudo silabeo.
En ocasiones noto que momentáneamente he perdido la memoria, y a este fenómeno suceden extrañas exaltaciones, dolores de cabeza, tan agudos como pasajeros, y contracciones parciales, que con frecuencia, y cuando menos lo espero, me hacen caer en mi asiento o privan de movimiento a mis brazos cuando los alargo en busca de algún objeto.
Y a un lado, al través de un bosquecillo de pequeñas palmas, se deslizan cautelosamente seis ú ocho indios armados de sus lanzas, sus cuerdas y sus mazas y dardos, en persecución de un tigre negro, cuyos ojos chispean y en cuyas garras y contracciones musculares se ven las crispaturas del miedo y de la rabia feroz que dominan á ese gran bandido del desierto, cuando se ve atacado y se dispone á destrozar para defenderse.
Palabra del Dia
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