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Actualizado: 4 de julio de 2025


A un lado la esposa legítima; al otro, doña Manuela, la satisfacción de la carne, el alimento de su vanidad; y las dos familias de las cuales era él el punto de unión, contentas, lujosas, llamando la atención del público, todo gracias a su buena suerte/ que le permitía tirar a manos llenas los miles de pesetas.

Mirá. ¡Aquí verás siempre las antesalas llenas de la misma gente: son personas que esperan durante meses un maná que nunca llega, y... siempre están contentas! ¡No digás! ¿No digás?... ¡Pero si es sabido! ¡Y el proceder es sencillo!

Si miraba hacia la derecha, de ese lado sentíase amenazado de enamorarse... y si miraba a la izquierda, el peligro cambiaba en el acto pasando a la izquierda. La conversación comenzó fácil, animada, franca. Las dos hermanas estaban contentas. Ya habían dado un paseo a pie por el parque.

Contentas ambas, aunque la de Thiers tenía los espíritus algo abatidos por no poder ir a baños, pasaban ratos deliciosos hablando de modas.

Sin embargo, unas por costumbre, otras por no dar un desaire a don Cayetano, y algunas por seguir contentas con aquel sistema de la manga ancha, algunas damas continuaban asistiendo al tribunal del latitudinario, hasta que él mismo se cansó y con buenos modos empezó a sacudirse las moscas.

Si quieres seguirle por la derecha, porque te jale lo mundano, le sigues; y si te contentas con menos, le cruzas; y no apartándote de la vera del río, en un dos por tres darás con los jocicos en la mar... Mira, hombre, aquí donde me ves y con los años que tengo, no llegan a cuatro las veces que he estado en Santander. La primera con tu tía, recién casado con ella.

Vais a ver, señor cura dijo Bettina, vais a ver cómo no he mentido, si no me moría realmente de hambre. Os prevengo que voy a devorar. Nunca me he sentado a la mesa con tanto gusto. ¡Esta comida terminará también la jornada! Estamos tan contentas mi hermana y yo, de ser dueñas del castillo, la granja, los bosques...

Y aunque, comiendo tan poco y bebiendo tan mal no se puede cumplir con tantas, por su tanda todas están contentas. Quien ve estas botas mías, ¿cómo pensará que andan caballeras en las piernas en pelo, sin media, ni otra cosa? Y quien viere este cuello, ¿por qué ha de pensar que no tengo camisa? Pues todo esto le puede faltar a un caballero, señor licenciado, pero cuello abierto y almidonado, no.

Todo consistía en ser buen hijo, en dejarse guiar por ella, la que mejor le quería en el mundo... Ahora diputado y después, cuando volviera de Madrid, a casarse. No faltarían buenas muchachas, educadas con el temor de Dios, y además millonarias que se darían por contentas siendo su mujer. Rafael la atajó con una débil sonrisa.

Ya yo lo que es eso dijo guiñando un ojo y dando palmaditas en la espalda de Maltrana . ¡Las mujeres!... No hay nada como ellas para que un hombre ande lampando tras la peseta... Todas son gastosas, y no están contentas hasta que le sacan al hombre las mismísimas entrañas... ¿Cuánto necesitas? ¿Tres pesetas? ¡Pero muchacho, si con eso no tienes ni pa una misa!

Palabra del Dia

buque

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