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Actualizado: 24 de mayo de 2025
28 Entonces clamaba Jesús en el Templo, enseñando y diciendo: Y a mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; pero no he venido de mí mismo; mas el que me envió es verdadero, al cual vosotros no ignoráis. 29 Pero yo le conozco, porque de él soy, y él me envió. 30 Entonces procuraban prenderle; mas ninguno puso en él mano, porque aún no había venido su hora.
¡Imposible! exclamaron algunos. ¡Tránter ha recibido un golpe! Tanto valdría quedarse con una bofetada. ¿Pues y los insultos de Tránter? ¿No empezó él por poner su mano en los cabellos del otro? dijo Haroldo. Habla tú, Tránter. Ha habido ofensa por ambas partes y bien podrían quedar las cosas como están. Todos vosotros me conocéis, dijo Tránter, y no podéis dudar de mi valor.
Y todo, ¿para qué? ¡Para declararnos que no nos necesitan ya! ¿Y nuestros pobres maridos? ¿A qué santo han sufrido todo eso? ¡Ya veis, por la noche, cuando todo el mundo está durmiendo! ¿Conocéis el camino? ¡Cualquiera lo conoce! ¡Como que no tenía una más ocupación que la de observar el camino cuando la traían! Hay una gran distancia. ¿Y si se niegan a llevarnos?
¡Ah! exclamó la dama y estrechó el brazo del joven. Decidme: detened á ese hombre, y no da un paso más. ¿Y mataríais por mí á quien no conocéis? ¿á un hombre que ningún mal os ha hecho? Sí. ¿Y si no fuera yo quien creéis? ¿Quién otra pudiera ser? La dama de palacio. Es que yo no he visto en palacio ninguna dama. ¿La habéis prometido callar? Os juro que á ninguna dama he visto.
Pues bien, me decía: «Lo que necesita, es un marido que se consagre a ella completamente, un marido que no tenga más pensamiento que hacer de su existencia una perpetua fiesta, un marido, en fin, que pase su vida procurándole diversiones.» Vos me conocéis... Un marido semejante, no puedo, no debo serlo. Soy soldado y seguiré siéndolo.
Después de salir del Imperio, nos paramos en la plaza Leicester para subir a los coches que habíamos tomado, cuando oí al italiano que le decía a Blair en su idioma: «No me gusta ese amigo vuestro, ese que se llama Greenwood. Es demasiado curioso e inquisitivo.» Mi amigo se rió al oír esto, y le contestó: «Ah, caro mío, no lo conocéis.
Los cuatro desalmados rugieron con ira; pero el militar parecía resuelto á defender á Elías hasta el último trance. "Apartaos dijo. Este hombre está loco. ¿No conocéis que está loco? Que retire esas palabras dijo riendo siempre Calleja, que aun en la embriaguez blasonaba de usar con propiedad las formulas parlamentarias. ¿Qué rítire ni ritire?
El tío Manolillo ha ido esta tarde á mi casa, se ha encerrado conmigo ó yo me he encerrado con él, y de buenas á primeras, como hombre de ingenio y de experiencia, que sabe que todas las palabras que sobran en una conversación deben callarse, me ha dicho : ¿Conocéis á un hombre que quiera matar á otro? ¡Oh, oh! exclamó Montiño, abriendo desmesuradamente los ojos.
24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta? 26 Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros ha estado, quien vosotros no conocéis;
Y luego es alta... me hubiera gustado mucho más que fuera baja... me hubiese consolado. «No os hablaré de mi tío, porque sé que lo conocéis, pero me parece desde luego que lo voy a querer mucho y él lo mismo a mí. «Es una gran dicha tener linda cara, señor cura, mucho mayor de lo que vos me decíais; se agrada a todo el mundo.
Palabra del Dia
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