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Pues, ¿qué diremos de Gasabal, escudero de don Galaor, que fue tan callado que, para declararnos la excelencia de su maravilloso silencio, sola una vez se nombra su nombre en toda aquella tan grande como verdadera historia? De todo lo que he dicho has de inferir, Sancho, que es menester hacer diferencia de amo a mozo, de señor a criado y de caballero a escudero.

Y todo, ¿para qué? ¡Para declararnos que no nos necesitan ya! ¿Y nuestros pobres maridos? ¿A qué santo han sufrido todo eso? ¡Ya veis, por la noche, cuando todo el mundo está durmiendo! ¿Conocéis el camino? ¡Cualquiera lo conoce! ¡Como que no tenía una más ocupación que la de observar el camino cuando la traían! Hay una gran distancia. ¿Y si se niegan a llevarnos?

Los frailes, y no digo ustedes, porque á usted no le confundo en la masa general, los frailes de todas las órdenes se han convertido en nuestros abastecedores intelectuales y dicen y proclaman, sin pudor ninguno, ¡que no conviene que nos ilustremos porque vamos un día á declararnos libres! Esto es no querer que el preso se nutra para que no se mejore y salga de la carcel.

Olvidósele a Virgilio de declararnos quién fue el primero que tuvo catarro en el mundo, y el primero que tomó las unciones para curarse del morbo gálico, y yo lo declaro al pie de la letra, y lo autorizo con más de veinte y cinco autores: porque vea vuesa merced si he trabajado bien y si ha de ser útil el tal libro a todo el mundo.

En El más valiente andaluz se describen las temibles soledades de las montañas y la vida sanguinaria, que en ellas llevan las bandas de ladrones, con tanta y tan horrible verdad, y con tanta sublimidad y grandeza, que encubren lo antipático de tales argumentos y hasta logran, en cierto grado, mover nuestras simpatías; su valor y su magnanimidad, y el influjo de las causas, que los han impulsado á dirigir sus armas contra la sociedad y sus autoridades, son tan notables, que nos obligan momentáneamente á declararnos en su favor y á disculpar la sangrienta venganza, á que los fuerzan los asesinatos de sus amigos y parientes; ¡tanta es la maestría con que traza la vida de los bandidos, su valor casi sobrenatural y la resistencia que hacen á la muchedumbre de sus perseguidores!

Nos pondrémos de parte de España en este caso, porque cuando un hecho particular quiere absorber á otro hecho particular, no podemos menos de declararnos á favor de aquel que recibe la agresion injusta, especialmente cuando este hecho corre unido al amor y a la veneracion que nos merecen las cenizas de nuestros padres, Antes que cuestion de país, es cuestion de verdad.