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Cada día descubro en vos valores que me obligan y fuerzan a que en más os estime; y así, si quisiéredes sacarme desta deuda sin ejecutarme en la honra, lo podréis muy bien hacer.

Un cefiro favorable hinchaba las velas de una flota que encontre, pero estara sepultada en las olas antes que aparezca la aurora. SESTO ESPiRITU. Mi morada es constantemente la oscuridad de la noche. ?Porque tus conjuros me fuerzan a ver la odiosa claridad? El astro que preside a tu destino estaba dirigido por mi desde antes que la tierra fuese creada.

Mucho contribuye á la educación moral é intelectual de un hombre hallarse en contacto diario con individuos de hábitos no parecidos á los suyos, que no tienen interés alguno en sus ideas y ocupaciones, y que nos fuerzan en cierto modo á salir de nosotros mismos, para poder penetrar en la esfera en que se mueven sus pensamientos y sus aptitudes.

Dios ha criado al hombre dotándole de razon y de libertad de albedrío; pero sujeto á ciertas leyes, que no le fuerzan, mas le obligan: aquí el órden moral, y el objeto de la filosofía moral. El hombre en sociedad ha dado origen á una serie de hechos y acontecimientos: aquí el órden social. Su estudio podria llamarse filosofía social, ó si se quiere filosofía de la historia.

En El más valiente andaluz se describen las temibles soledades de las montañas y la vida sanguinaria, que en ellas llevan las bandas de ladrones, con tanta y tan horrible verdad, y con tanta sublimidad y grandeza, que encubren lo antipático de tales argumentos y hasta logran, en cierto grado, mover nuestras simpatías; su valor y su magnanimidad, y el influjo de las causas, que los han impulsado á dirigir sus armas contra la sociedad y sus autoridades, son tan notables, que nos obligan momentáneamente á declararnos en su favor y á disculpar la sangrienta venganza, á que los fuerzan los asesinatos de sus amigos y parientes; ¡tanta es la maestría con que traza la vida de los bandidos, su valor casi sobrenatural y la resistencia que hacen á la muchedumbre de sus perseguidores!

¡Tomar dinero de una mujer!... ¡Nunca! dijo Castro, perdiendo su sonrisa irónica. Acabarás por tomarlo si andas entre mujeres, siendo pobre. Las de nuestra época no tienen otra preocupación que el dinero. Cuando su amante es un hombre rico, se lo piden aunque posean una gran fortuna. Creerían valer menos si no lo hiciesen. Y si les gusta un pobre, le fuerzan á que reciba sus dádivas.

El cinismo brillaba en sus ojos. Fermín apretaba los dientes y hundía sus manos en los bolsillos, haciéndose atrás, como si temiese las palabras crueles que iban a salir de la boca del señorito. ¿Y tu hermana? prosiguió. ¿No tiene ella la culpa? eres un infeliz, un chiquillo. Créeme; a la que no quiere, no la fuerzan. Yo soy un perdido, conforme; pero tu hermana... tu hermana es algo...

Pero la misma vida y variedad de los cuadros, que observamos en ellas, nos fuerzan á prescindir del análisis minucioso de cada una. Baste decir que, cuanto expusimos antes en general sobre las bellezas de sus comedias, es aplicable á éstas particularmente, indicando de paso, que, en nuestro concepto, son las mejores entre sus más bellas obras.