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Actualizado: 13 de mayo de 2025
29 Pero esto digo, hermanos, que el tiempo es corto; para los demás es, que los que tienen mujer sean como los que no la tienen, 30 y los que lloran, como los que no lloran; y los que regocijan, como los que no regocijan; y los que compran, como los que no poseen; 32 Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja.
Por algún tiempo yo recibí cartas suyas, que mi madre me leía y yo no entendía, porque felizmente mi corazón dormía tranquilo sin que le despertasen amorosos cuidados; pero al año no vino de las Indias carta de Gaspar, y se esperó en vano que viniese, y tanto tiempo pasó, que se dio a Gaspar por muerto; y aconteció entonces que, pensando yo que por mí solamente se había partido a las Indias, y que yo, sin quererlo, había sido la causa de su desventura, empezó a labrarse en mí por él una primera afición y congoja; que se me representaba en sueños triste y enamorado, y tan macilento y pálido, que no parecía sino cosa del otro mundo.
Miró en su derredor, como si se sintiera presa de una gran congoja, como si se creyera perdida, como si se viera envuelta en una tromba voraz y absorbente. Luego me miró: sus ojos estaban iluminados por un fulgor de gozo, por una sonrisa burlona. ¡Ah! ¿Cree usted?... ¿Hasta usted cree que yo quiero morir?... ¿Cómo lo ha creído usted?... ¡Llévese esa arma!
¡Muy bien! dijo su padre dando pataditas en el suelo para desahogar la inquietud que le consumía . Pues ahora te pongo delante al propio boticario ese, y al mejor mozo y más rico y más honrado y decente de Sevilla, y te vuelvo a decir: elige. A Leto, insistió Nieves. ¡Canástoles! exclamó don Alejandro en los últimos extremos ya de la congoja que le ahogaba : ¡qué aberraciones, hombre!
Moro sudaba de congoja temiendo no poder resistir hasta la vuelta del criado. Felizmente éste llegó a tiempo. En cuanto tuvo en su poder las anheladas barajas ya fue otro hombre.
Al fin, el público se cansó de atormentarla con sus miradas, sonrisas y murmullos, y fijó de nuevo su atención en la escena. La congoja de doña Paula fué cesando poco a poco; pero quedaron restos de ella por toda la noche. La causa de aquel incidente era el abrigo de terciopelo guarnecido de pieles que la buena señora se había puesto.
Por mucho que lo disimulase, el conde observaba que la cintura de su querida se ensanchaba. Cuando, lleno de congoja, comunicó con ella esta observación, se echó a reír: Calla, tonto, lo notas tú porque ya lo sabes. ¿Quién va a sospechar porque esté un poquito más abultada? Muchas veces le gusta a una llevar flojo el corsé.
Y una idea, un gesto, un acto que se esfuman y pierden a través de las generaciones es el corolario de nuestros afanes y locuras... Azorín han sentido que una suave congoja llegaba de la inmensa mancha azul y envolvía su espíritu. Y Sarrió, que sudaba y trasudaba tratando de cortar inútilmente un enorme rosbif, ha levantado los ojos. Y en ellos también había un poco de tristeza.
Encubría su negro odio a Margarita doña Guiomar, y consolábala y acariciábala, como si hubiera creído que sólo por la muerte de su madre era el dolor y la congoja, cuyas muestras no podía ocultar Margarita. En tanto, Cervantes encaminábase al próximo bodegón de la tía Zarandaja.
Su tez se puso pálida como la cera, y él mismo sorprendiose de su incesante suspirar y de aquella honda congoja de su pecho, todo dolorido de amor y de ansia. Algunas mañanas íbase a ballestear palomas a lo largo del vallado que separaba las dos heredades.
Palabra del Dia
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