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Actualizado: 13 de junio de 2025


Una mortal congoja le acometió pensando en esto, como si ya la decisión estuviese tomada, y para salir de ella tuvo que decirse: «Ya veremos, ya veremos... Ahora es muy difícil, casi imposible, volverse atrás... La madre ya lo sabe... Don Rosendo también... y Cecilia a estas horas acaso...» El ángel aflojó sus brazos, cansados ya, desprendió las manos y cayó al fin rendido.

Pero en los instantes de aguda congoja prefería una de esas iglesias íntimas, como San Andrés, San Torcuato, Santo Domingo el Real, San Juan de la Penitencia, donde se apelotonaba junto a un altar solitario, con el rostro entre las palmas. Otras veces devanaba su tribulación caminando y caminando por las calles, al azar de su capricho. Toledo le subyugaba con su complicado misterio.

Tenía mesa puesta a hora fija, cama limpia en sitio fijo también, y la seguridad de que ni la una ni la otra sufrirían zarandeo o zozobrarían, según el vaivén de los negocios. Ya no le aquejaba a Belarmino la congoja del mañana.

Apenas vio el ama que Sancho Panza se encerraba con su señor, cuando dio en la cuenta de sus tratos; y, imaginando que de aquella consulta había de salir la resolución de su tercera salida y tomando su manto, toda llena de congoja y pesadumbre, se fue a buscar al bachiller Sansón Carrasco, pareciéndole que, por ser bien hablado y amigo fresco de su señor, le podría persuadir a que dejase tan desvariado propósito.

Una sobre todo irreparable contestó el inglés con tanta congoja como la de D. Alonso . Hemos perdido al primero de nuestros marinos, al valiente entre los valientes, al heroico, al divino, al sublime almirante Nelson».

Dábale una fuerte congoja sólo de pensar que la descubría; y era indispensable reponer en su sitio la malhadada cantidad, seis mil reales, pues había tomado cinco mil para Milagros y mil para desempeñar los candelabros y otras menudencias. La necesidad de esta devolución se impuso de tal modo a su espíritu, que ya no pensaba en otra cosa.

Cuando diese a luz y él hallase medio de vivir, que lo hallaría pronto seguramente, entonces vendría a sacarla para siempre de casa y vivir juntitos hasta la muerte. Carlota se dejó convencer. La idea de causar el más insignificante daño al ser cuya aparición esperaba con impaciencia la llenaba de congoja. Quedaron, pues, en que él sólo se marcharía.

Lo que sentía en su alma no era ni dolor, ni agitación, ni congoja; era tan sólo frío, un frío mortal que le roía los huesos. Nunca se había visto tan solo y desvalido. Sus ojos iban obstinadamente fijos en el suelo. No se atrevía a levantarlos e interrogar la inmensidad como otras veces. Estaba seguro de su respuesta y la temía.

Sobre todo, les molestaba la afliccion del estómago; y congoja de corazon con tanto golpe y desasosiego; y el segundo piloto, D. Basilio Ramirez, mientras atendia á la maniobra, se dió un golpe tal que le quedó el rostro muy mal herido.

Y rompió la pobrecita a parlar a borbotones, a saltos, sin precisa ilación coherente, entrecortarlas las palabras por la congoja y los sollozos. De usted y de su nieto me dijo cosas tan honrosas y justas como ustedes se merecen. Me habló luego del alma, del corazón, de la vida, de la dirección de sus sentimientos, del matrimonio.

Palabra del Dia

cabalgaría

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