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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Pepe le hizo un guiño malicioso como diciendo: "Has triunfado en toda la línea". El joven concejal sintió que se acercaba a pasos de gigante el logro de sus esperanzas y el apogeo de su dicha. El cotillón fué digno remate de aquel baile brillantísimo.
Yo no lo tengo tampoco se apresuró a decir el concejal, sofocado y molesto por la actitud hostil en que las dos amiguitas se habían colocado. Paz se contentó con sonreír desdeñosamente.
Habían querido una vez nombrarle concejal; pero él se opuso con todas sus fuerzas. Pero, hombre, ¿por qué no quieres ser concejal? Antes me matan dijo él que obligarme a llevar una levita de cola de golondrina. Esta levita, tan aborrecida por Zelayeta, era el frac que, en ciertas solemnidades de Lúzaro, hay la costumbre de que lo vistan los concejales.
Se entabló una disputa animada, violenta, entre ambos. Cobo se mantuvo en sus trece sosteniendo con brío que no había tal azorar, que a nadie se lo había oído en su vida y eso que estaba harto de hablar con personas ilustradas. El joven y perfumado concejal le respondía brevemente sin abandonar la sonrisilla impertinente, seguro de su triunfo.
Pues, sí, Ramoncillo continuó el distinguido salvaje echándole un brazo sobre el hombro , estás perdido.... Sin embargo, yo me comprometía a lograr que Esperanza te quisiera con tal que hicieses lo que te he dicho.... Ensaya mi método. Ensayaré lo que quieras. Deseo salir a todo trance de esta situación repuso el concejal conmovido.
Cuando supo que era concejal, quedó asombrada por lo joven que había llegado a ese puesto. ¡Ya ven ustedes que tontería! Por lo visto, en otros países se acostumbra a elegir sólo a los viejos. De cerca era aún mejor que de lejos. Un cutis que parece raso; una dentadura preciosa; luego una arrogante figura; el pecho levantado y ¡unos brazos!..."
Hasta Ramoncito, que acertó a pasar por delante, pudo recibir algunas gotas de este rocío bienhechor. ¿No baila usted, Ramón? le preguntó con una sonrisa tan amable, que el ilustre concejal se sintió desfallecer de felicidad. Me ha entretenido el conde de Cotorraso hasta ahora. Pues a buscar pareja.... Mire usted: allí está Rosa Pallarés que no baila.
El concejal se apresuró a cumplir el mandato. Al cabo de un instante se presentó la doncella de la señora. Tiene usted que salir a comprar una vara de seda le dijo ésta. La doméstica, después de enterarse de las particularidades del encargo, se dispuso a salir para darle cumplimiento. D. Julián, que había escuchado atentamente, la detuvo con un gesto.
¡Eso es inevitable, Pepe! exclamó el concejal en un estado tan triste y miserable que daba pena verlo. Bien, pues si no puedes vencer esa chifladura, lo mejor es no darla a conocer. ¿Por qué tratas de persuadir a Esperancita de que te mueres por ella? ¿Crees que eso sirve para algo? Procura convencerla de lo contrario y verás cuánto mejor es el resultado.
El asesino, el asesino, ¿dónde está? gritó el concejal dándose gran importancia, y brujuleando en la muchedumbre con fieros ojos . Guardias, busquen ustedes al criminal... ¡Qué País!... Pero guardias..., los del Orden Público, ¿dónde están?». Pero ya la Guardia Civil había comenzado sus pesquisas.
Palabra del Dia
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