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Actualizado: 25 de junio de 2025
El poco caso que hace Dios de la plata se nota por la gente a quien se la concede respondo gravemente y un poquito amostazada; pero misia Melchora no comprende este concepto místico, escudo con que los pobres se defienden contra la vanidad de los ricos. Carece, igualmente, de apellido. No, misia Melchora, eso no; lleva uno muy bonito, muy sonoro, muy armonioso: Garaizábal.
Mi compañera me miró sonriéndose, y con la magnanimidad orgullosa del que otorga una gracia ó concede un perdon, responde á secas: Mañana. ¡Dios te lo pague! contesté yo muy satisfecho. =Dia décimo tercero=. Almuerzo. Coche. Nuestra Señora de Paris. Hija deshonrada. Comida de campo. Salimos del hotel á las diez y media.
Aplaudo, pues, sin reserva ese respeto que los buenos novelistas modernos sienten por la verdad y el cuidado con que evitan el falsearla, aunque sea en los ínfimos pormenores. Pero creo al mismo tiempo que se concede exagerada importancia á la exactitud de lo que pudiéramos llamar, á ejemplo de los pintores, accesorios.
Ester Prynne, gritó con penetrante vehemencia, en el nombre de Aquel tan terrible y tan misericordioso, que en este último momento me concede la gracia de hacer lo que, con grave pecado y agonía infinita me he abstenido de hacer hace siete años, ven aquí ahora y ayúdame con tus fuerzas. Préstame tu auxilio, Ester, pero deja que lo guíe la voluntad que Dios me ha concedido.
Si á la estatua no se le concede, como la hipótesis lo exige, ninguna actividad, ninguna facultad, excepto la de sentir el olor, es cierto que no podrá tener ninguna otra idea, ni sensacion; y aun se puede añadir, que la sensacion del olor no será para ella ninguna idea.
UN HOMBRE. ¡Demonio, qué injusticia! se concede eso a un renegado y se me negaría quizás a mí. JUANA. Mira, Pepa, los penitentes con el ataúd. PEPA. Detrás va el verdugo ¡Virgen santa! no es feo para ser un verdugo; sólo que está muy pálido. JUANA. Muy sencillo; es el verdugo de Córdoba que viene a reemplazar al nuestro, y como nunca ha matado aquí... pues, claro, se encuentra cohibido...
Cecilia y su marido están todavía con nosotros; su hijo, mi nietecito, se está haciendo cada día más hermoso; su madre se lo cría, y hace en esto muy bien; nunca me ha gustado dar los niños a manos mercenarias. Va mejorando nuestra fortuna. Gozamos de la consideración y aprecio de cuantos nos rodean y esto es una parte de los beneficios que Dios me concede.
Y dejando los sendas tortuosas por donde caminan y abandonando los altares de las Furias donde ahora sacrifican, los artistas futuros marcharán al cabo por la vía de la moderación, signo de la fuerza, á depositar los frutos de su ingenio á los pies de las Gracias. ¡Feliz yo si el cielo me concede larga vida para ver, aunque sea de lejos, la tierra prometida!
¿No merezco ya ni dos minutos de atención? afirmó con amargura el noble lord . ¿Ya no se me concede ni el favor de una palabra?... Está bien, no me quejo. Ahora parece indudable que parte dijo Amaranta. Señora, adiós exclamó lord Gray con emoción profunda, verdadera o fingida . Araceli, adiós; Inés, amigos míos, procuren olvidar a este miserable.
Esta es, pues, una escuela laica, una escuela sin Dios, sobre la cual cae también la sorprendente acusación de un prelado que aprovecha la libertad que nuestro gobierno le concede de enseñar su religión en sus escuelas, para usar de este derecho ¡y empeñarse además en imponer luego su voluntad al gobierno acusándole de enseñar en las escuelas el homicidio, el robo, la violación y la corrupción de costumbres!
Palabra del Dia
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