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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Así como el pesar, olvidado durante el sueño, vuelve a apoderarse de nosotros al despertar, así su espíritu, que se había complacido un instante en deliciosas fantasías, le mostró, de improviso, que aquello era para él, una simple quimera.
Complacido quedó el modesto artista al oir aquellos espontáneos elogios, y no menos al pensar que en la vida no todo eran rencores, luchas, crímenes y engaño, sino que podía ofrecer también momentos de legítima satisfacción.
Poca cosa cuando tan grande es el placer de serviros, contestó Roger, vivamente complacido al oir aquel elogio de tales labios. ¿Y vos? ¿Qué pensáis hacer ahora? ¿Véis á lo lejos, allá abajo, aquel enorme tronco, junto al rosal silvestre?
Pero el nuevo Académico no ha lucido sólo en las Asambleas políticas las dotes que como orador le distinguen, sino que, durante tres años, ante numeroso y complacido concurso, ha dado en el Ateneo interesantes lecciones sobre La libertad política en Inglaterra, las cuales, con aplauso general y no escaso fruto de los que estudian seriamente la política, corren impresas en tres volúmenes.
Pero, usted, Marenval, con su fortuna, ¿por qué no viaja usted? El defecto capital de Marenval era la vanidad. No pudo pues privarse del placer de deslumbrar á Harvey, y dijo, sin calcular el alcance de sus palabras: Pues bien, será usted complacido, Harvey, porque voy á hacer un viaje á ultramar con Tragomer... No terminó, porque la mano de Cristián, le apretó fuertemente el brazo.
Su visita fue breve, y nos despedimos muy afablemente, quedando yo muy complacido de aquel hallazgo en Tablanca, más por lo que se leía en la cara y en el aire del mediquillo, que por las ponderaciones que de sus prendas hizo mi tío al presentármelo. Bajamos juntos hasta el portal, echando él enseguida por la cambera del pueblo y yo por otra diametralmente opuesta, hacia la montaña.
Cristeta quiso expresar todo lo que sentía, y acordándose tal vez de que fue comedianta, lo formuló en lenguaje, aunque sincero, un poquito dramático, diciendo: Lo que yo quiero no es tu libertad, sino tu cariño. ¿Casarnos? ¿Para qué? ¿Para darte por seca y rigurosa obligación lo que por libre y complacido albedrío quiero que sea tuyo? ¿Para mermar a la pasión el encanto de la espontaneidad? ¿Por ventura serán entonces más cariñosos tus besos, más prietos tus abrazos? ¿Tendremos mayor firmeza en la confianza ni más brava abnegación en la desgracia? ¿Qué ceremonia, qué rito, que fórmula ha puesto el Señor por cima de este anhelo con que mi pensamiento quiere volar para hacer nido en tu alma?
¿Y usted, señor de acá? le preguntaron de allí a poco, ¿qué es? ¿quién es? Soy español y me llamo don Juan Fernández. Para servir a Dios dijo el padre. Y a Su Majestad la reina nuestra señora añadió muy complacido y satisfecho el español. A la cárcel gritó una voz; a la cárcel gritaron mil. Pero, señor, ¿por qué?
¿Usted? ¡Nada! dijo Jacobo fríamente. Otro hombre temería la deshonra. ¡Me insulta usted! exclamó Sorege lívido. Había dicho á usted que no insistiera, continuó Jacobo con calma. Nada tiene usted que ganar en ello y me asombra su tenacidad. Creí á usted más hábil. Pero en vista de que usted quiere que se digan las palabras decisivas, va á ser complacido.
Así se verifica que examinando á fondo el espíritu humano, encontramos en todas partes la mano bondadosa de la Providencia, que se ha complacido en enriquecer nuestro entendimiento y nuestro corazon con inestimables preciosidades . Sabiduría de la ley que prohibe los juicios temerarios.
Palabra del Dia
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