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Actualizado: 1 de noviembre de 2025


Levantose al vernos entrar y aguardó un instante que mi tía nos presentase. Pero el tal ceremonial era tan desconocido para ella, como para los habitantes de Greenlandia, y se presentó él mismo bajo el nombre de Pablo de Couprat. ¡De Couprat! exclamó el cura; ¿sois tal vez hijo del excelente comandante de Couprat, a quien he conocido en otro tiempo?

, el cura y dos amigos de mi padre. Nos instalamos en el salón en espera de nuestros invitados y pronto apareció mi tío acompañado del comandante de Couprat, al que me presentó. ¡Dios mío, qué aspecto tan simpático, el del comandante! Sus ojos eran límpidos como los de un niño y sus cabellos y bigotes blancos como nieve.

Parecía no oír á su maestro. Pensaba por primera vez que había sido una gran torpeza no moverse de la ciudad. Envidiaba á los que podían morir en el frente. «¡El comandante Pierrefonds llevado en cuadrilla, como un esclavo negro!... ¡Ira de DiosHabía pasado los días oculto en su casa, para no ver á los invasores. Su ama de llaves le evitaba toda salida, temiendo que hiciese un disparate.

No puede ser más favorable tampoco la crítica con las comedias puestas en escena de Lobo, ya antes nombrado, comandante de la ciudad de Barcelona, y conocido también por sus poesías líricas en estilo culto. Sus Mártires de Toledo y El tejedor Palomeque son una mezcla absurda de portentos sin gusto y de farsas triviales.

La ha discutido y dibujado á escala el comandante de artillería D. José Arantegui : tiene los nueve palmos de longitud y diámetro que por la fórmula P==VxD, ó sea 920==4, 18V 3x2, 40, da para el de la pelota de piedra poco más de 9 cm.

Sacrifico la relación de ellas a la vanidad de autor, a la pretensión literaria. Si digo más, los cuadros me salen recargados, innobles, repulsivos. Hasta aquí llega la vida del comandante de campaña, después que ha abolido la ciudad, la ha suprimido.

Los muchos trabajos que mediaron para fijar el de San Julian, ya en el tiempo que acampó la gente en el Puerto Deseado, donde la poca constancia y sufrimiento del oficial comandante de la tropa, y contador interino, sedujeron é intimidaron á los demas; en términos que por evitar mayores inconvenientes se vió obligado el Super-intendente D. Antonio de Viedma mandarlos á disposicion del Exmo. Sr.

Español su abolengo. Hijo de don Ramón, teniente coronel de Ingenieros de nuestro ejército, ya difunto, y hermano de un actual comandante de caballería. Perdió Tirso la nacionalidad de la progenie para ejercer en Manila la abogacía. Fué nombrado C. de la Española y le sorprendió la muerte cuando trataba de organizar una Academia, corresponsal de la citada, en la capital del Archipiélago.

Cuando llegué a Madrid dijo Momo y me vi solo en aquel cotarro, se me abrieron las carnes. Cada calle me parecía un soldado; cada plaza, una patrulla; con la papeleta que me dio el comandante, que era un papel que hablaba, fui a dar en una taberna, donde topé con un achispado, amigo de complacer, que me llevó a la casa que rezaba el papel.

Al pie de la letra, señor don Adrián respondió el comandante rompiendo la interrumpida marcha , y me permito aconsejar a Leto que si la interesada no resuelve sus dudas en este mismo sentido, influya con ella con todo su prestigio, para que lo haga así, por la cuenta que les tiene; y a usted, Leto, en particular. ¡Eso es, caray, , señor, eso es!

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