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Actualizado: 28 de junio de 2025
El gobernador le interrumpió: Con permiso de usted lo diré yo mismo. ¿Qué cuenta le tiene a ese galopín prestarle a su amo los miles de duros que tan trabajosamente le ha cogido? ¡Me caso!... votó el secretario . Los miles de duros, como usted me enseña, no se prestan sin hipoteca, sin garantías de una clás o de otra, y el Primitivo no ha nacido en el año de los tontos.
El 23 de Agosto de 1637, celebró la Inquisición auto de fe en San Marcos, y en él se leyó la causa de Perea, el cual, averiguadas todas sus heregías, era condenado á ser quemado vivo. Y esta fué de las pocas veces que con ingenio pudo un reo burlar al odioso tribunal, estando ya casi cogido en sus garras. EL MARQU
Hacia ella fue corriendo Adoración. «Chitito le dijo su tía, entrando pasito a paso . No hagas ruido, que tu mamá está dormida. Tiempo hace que no ha cogido un sueño tan largo. ¡Ay, señorita, lo que se perdió usted! Ha estado todo tan bien, que daba gusto».
El cura, al terminar su descripción, tenía el rostro tan inflamado que daba miedo. Algunas gotas de sudor le salpicaban la frente. Se le había caído la servilleta, que estaba prendida por una punta al alzacuello. Habrán cogido ustedes muchos prisioneros dijo Andrés. ¿Cómo nosotros? repuso el tío con acento irritado. Yo no he sido nunca militar... ¡ni ganas!
A él, más que a ella, le importaba callar, porque tenía grandes cuentas pendientes con la justicia. Todo lo que la había dicho en contrario, era un embuste para explotar su candorosa ignorancia. Se le podía haber cogido en una de sus emboscadas, como a un zorro en el cepo, como se le cogería de seguro si aún andaba por allí...
Seguíalos el cura llevando de la mano á un niño, y cerraba la marcha el conde, que llevaba cogido familiarmente á Octavio por la espalda. La pomarada. Cuando el licenciado Velasco de la Cueva puso su planta ceremoniosa en los umbrales del palacio condal, los rayos de un sol fogoso de estío le obligaron á hacer guiños, con lo cual perdió no poca autoridad su rostro imponente.
Hombre corrido por los mares y desgraciado en levas, pues le habían cogido dos, como dije al principio, era el refugio á que acudían aquellas pobres gentes para saber algo de la suerte que esperaba á los objetos de su cariño. Y diga, tío Tremontorio, ¿es verdá que los castigan mucho, que los pegan á bordo? preguntaba, entre sollozos, una pobre mujer.
Apenas hubo cogido Fortunata la escoba, entró Severiana, y que quieras que no, se la quitó de las manos. «No faltaba más... señorita. Se va usted a poner perdida...». Por Dios, déjeme usted que la ayude. ¿Quiere que le haga el almuerzo a su marido? ¡Qué cosas tiene...! ¡Ay qué gracia!... ¿Cree usted que no sé?... La tortillita en la fiambrera, y el pan abierto con la sardina dentro.
Yo cogí muchas, muchas flores para ella, y sólo éstas podían decirla mi pensamiento, cuando se las ofreció mi mano temblorosa, después de haberlas cogido en las faldas de los montes. Pronto tuvo la cintura enteramente florida, y en su mirada florecía también una sonrisa... Pues bien; mire usted, lea...
Don Melchor dejó el brazo de su sobrino que tenía cogido, y se llevó la mano a la frente. Estuvo un rato largo sin hablar. Al cabo dijo con palabra lenta y acento melancólico: Bien está... Yo nada puedo hacer para evitar esa vergüenza... ¡porque es una vergüenza! añadió con energía. Eres mayor de edad, y aunque no lo fueses, en estos asuntos no intenvendría jamás. ¿Se enfada usted?
Palabra del Dia
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