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Actualizado: 9 de junio de 2025
La declaración que yo debía darte está en su bolsillo; allí la encontrarán... Yo no me atreví á cogerla... Está caído en el suelo en el salón de la casa de Tavistock-Street, con los ojos terriblemente abiertos y la boca todavía amenazadora... ¿Le has matado? ¡Cállate, desgraciado! No se debe saber eso hasta mañana. Es preciso que yo esté libre hasta el fin del espectáculo.
PANTOJA. No veo nada: no quiero ver más que a Electra, por quien vengo; a Electra, que no debe estar aquí, y que ahora se retirará conmigo, y conmigo llorará su error. MÁXIMO. Perdone usted. Antes de cogerla debió usted hablar conmigo, que soy el dueño de esta casa, y el responsable de todo lo que en ella ocurre, de lo que usted ve... de lo que no quiere ver.
Retírase luego el Iman, dejándolos solos. El novio prueba á besar y abrazar á la novia, defendiéndose ésta á mordiscos y arañazos; logra él cogerla; ella chilla y huye, y así se están una hora larga, corriendo el uno en pos del otro entre las risas de ella y los juramentos de él, hasta que el padre penetra en la habitación, manifestando que puede darse por satisfecho de la pureza de su hija, y entonces el novio deja la casa para ordenar los preparativos de la boda, que empieza aquella misma noche y dura otras dos más, con grandes comidas, bromas y jaleo de los convidados.
Y luego, aunque se quede usted sólita en el baile, mucho cuidado con aceptar invitación de tantos pollos amables, porque si el señor sabe que se ha bailado, pone un hocico inaguantable y habla de un tal Otelo, y dispara un soneto en que le pone a una de pérfida, perjura e infiel, que no hay por dónde cogerla.... No señor; la cosa no puede seguir así.
Un nombre infame silbaba en sus oidos pero se hacía la sorda y continuaba su camino. No obstante, cuando vió el convento, se detuvo y empezó á temblar. ¡Volvamos al barrio, volvamos! suplicó deteniendo á su compañera. Hermana Balî tuvo que cogerla del brazo y medio arrastrarla, tranquilizándola y hablándola de libros de frailes.
El conde de Trevia, en una de las expediciones de caza que hizo á su vuelta de Francia, la vió colgada al balcón tosco y deteriorado de una casa solariega, y no le costó más trabajo que alargar la mano para cogerla. ¡Y qué tiene esto de particular sabiendo la vida que aquella niña gentil llevaba en su casa solariega!
¿Cómo...? ¿Qué es eso...? ¿Qué hace usted aquí? El secuestrador trató de acercarse sonriendo de un modo horrible. ¡No se acerque usted o le tiro una piedra a la cabeza! dijo la heroica joven haciendo ademán de bajarse a cogerla. Elena viéndose libre se dio a correr hacia casa, dejando a su infeliz cuñada en las garras del monstruo. ¡Germán! ¡Germán! iba gritando . ¡Germán, un secuestrador!
Así que, Sancho, no hay para qué descubrirnos; que, el que nos lleva a cargo, él dará cuenta de nosotros, y quizá vamos tomando puntas y subiendo en alto para dejarnos caer de una sobre el reino de Candaya, como hace el sacre o neblí sobre la garza para cogerla, por más que se remonte; y, aunque nos parece que no ha media hora que nos partimos del jardín, creéme que debemos de haber hecho gran camino.
Bajóse rápidamente á cogerla, mas al hacerlo pudo observar con estupefacción que las manos de Paco Ruiz y de Carmen se hallaban enlazadas y que se soltaban á toda prisa al notar su movimiento. Sintió la misma impresión que si hubiese tocado una víbora. Al levantarse lanzó una mirada fulminante, abrasadora, sobre ambos.
Pero su alma cantaba los versos de Musset: Yo amo sin esperanza mas no sin felicidad la veo y es ya bastante. Y esa felicidad fugitiva y efímera, de la que no se llevaría más que el recuerdo embalsamado, a sus lejanas guarniciones, ¿debía sacrificarla a un vano escrúpulo?... ¿Qué mal hacía gozando de aquella querida presencia como se respira una flor, sin cogerla ni tocarla?
Palabra del Dia
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