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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
MUCHAS VOCES. ¡Al agua, al agua! LA JOVEN. Bravo, señores, la Virgen os bendecirá; llevad su cinta verde y su cabeza al alcalde, y no os faltarán los doblones ni las indulgencias para la Cuaresma. LA MULTITUD. ¡Bravo! ¡Viva el rey absoluto! UN MARINO. ¡Silencio, hijos míos, silencio! he ahí el cortejo que ya empieza a desfilar. ¡Vive Dios! es un hermoso día para mí.
Las estrellas brillaban aún con un fulgor pálido y moribundo, y un silencio sepulcral reinaba en el fondo de todos los abismos. Un lampo de claridad apareció en el oriente como una mota de indecisa blancura; despues se extendió al pié del horizonte en una inmensa cinta luminosa y rosada, y los astros apagaron su tembloroso brillo.
Seguido siempre y nunca alcanzado, pero tampoco en salvo, se precipitaba en la iglesia, subía por las paredes, bajaba por los empolvados altares, y la plebe subía y bajaba con él. Se metía al fin entre las hojas de los misales, como una cinta de marcar, y allí, en aquel doblez seguro, le seguían también las manos armadas de puñales. Las navajas brillaban entre las doradas letras.
Algún ventorrillo, con su rama seca colgada, ante el portón, ofrece de trecho en trecho al caminante el cochifrito o el tasajo, compañeros del vino, y a lo lejos se extiende hasta perderse la blanca cinta del polvo de la carretera, manchada sólo por los excrementos de las bestias, o hendida por las pesadas llantas de los carros.
Tenía el cuello atravesado por el balazo, y los dos agujeros abiertos por el proyectil manaban sangre: el sable estaba caído a pocos pasos, y él, con la mano izquierda, crispada y sucia, conservaba agarrado un trapito rectangular y blanco, sujeto a una cinta que le salía de entre las ropas del pecho.
Ninguna prueba que caracterice mas esta verdad, que la de que hallándose ya en cinta la reina Isabel la Católica, comenzasen á propalar varios personajes, entre los cuales se hallaba D. Enrique de Villena, que la sucesion que esperaban no podia menos de ser bastarda; y esto lo deducian de las varias escenas que habian presenciado en palacio.
Cuando Tòni, desde la cubierta del buque, le vió avanzar por el muelle á la mañana siguiente, tuvo tentaciones de esconderse... «¡Doña Cinta, que le llamaba otra vez para interrogarle!...» Pero se tranquilizó al decirle el muchacho que venía por su voluntad á pasar unas horas en el Mare nostrum.
Y en la calle, empedrada de punzantes guijarros, entre el ángulo de la pared y el piso, al pie de los zócalos rosas o azules, corre una cinta de espesa y alegre hierba verde. El cielo está radiante, limpio, de un azul pálido. Llegan lejanos sonoros repiqueteos de fragua. El sol refulge en las fachadas. Cantan los gallos.
Su sombrero de cinta mugrienta, echado atrás, dejaba al descubierto una frente abombada y enorme, que parecía abrumar con su peso la parte baja del rostro, de un moreno verdoso.
Y la danza del palo encintado; que es un baile muy difícil en que cada hombre tiene una cinta de un color, y la va trenzando y destrenzando alrededor del palo, haciendo lazos y figuras graciosas, sin equivocarse nunca.
Palabra del Dia
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