Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Con agua de una botella que había sobre el aparador, lavó al padre la frente y, convencido de que la lesión no tenía importancia, se limitó a ponerle en ella un trozo de tafetán; pero la ira no le salió del alma: comprendía que, a dar el golpe un poco más fuerte, aquello hubiera sido una escalabradura muy grave: doña Manuela no se atrevió a chistar: Leocadia continuaba mirando descaradamente a Pepe.
Mientras tanto él cogió al niño, que se hallaba a la izquierda, y más ligero que un gamo subió a la guardilla. Inmediatamente, encargándole que le aguardase sin chistar, bajó al portal y allí recibió los cigarros que la portera le trajo. Luego, con la mayor tranquilidad, subió de nuevo a su laboratorio. ¡Momentos de amarga felicidad para el sabio!
Don Valentín, tímido y pacífico, enamorado de su mujer en los primeros años de matrimonio, y lleno después de consideración hacia ella, no se atrevía á chistar en su presencia, si ella no le mandaba que hablase. Era D. Valentín un virtuoso caballero, pero débil y pusilánime. Había sido, por amor y respeto á su honra, un magistrado íntegro.
Maxi le arrebató el papel de un manotazo. «Te has quedado así como... estupefacta». Déjame en paz replicó ella con un despego que a su marido le llegó al alma. ¡Qué modales, hija! Ya ni consideración. Fortunata parecía que tenía sellada la boca. Comieron sin chistar; él se puso luego a estudiar y ella a coser, sin que el fúnebre silencio se rompiera. Acostáronse, y lo mismo.
Miró la señora de soslayo a la criada, por ver si esta mostraba entereza de ánimo; pero Rafaela estaba más muerta que viva. «Este bandido pensó Jacinta , nos va a retorcer el pescuezo sin dejarnos chistar». Algo se tranquilizaba oyendo muy cerca el guitarreo y el rum rum de la multitud que rodeaba a los dos ciegos.
Cruzáronse entre ellos algunas palabras fuertes, algunas frases agrias; pero al fin pudo el cariño más que ningún otro sentimiento, y Juan dijo: Mira, no añadamos a la pesadumbre que ya tenemos la pena de enfadarnos uno con otro. No hay remedio: si madre lo manda, uno tendrá que sacrificarse. Que ella lo designe, y ese que baje la cabeza, obedezca y se resigne sin chistar. ¿Convienes en ello?
Emma le presentaba las cuentas de la modista, que subían a buenos picos, y él pagaba sin chistar. También hubo que hacerle ropa nueva a Bonis, pues su mujer sólo en este punto tenía buena idea de la dignidad de un marido.
Comprar tú cosas. Lo primiero candil de barro. Pero comprarlo has tú sin hablar paliabra. Me vuelvo muda. Muda tú... Comprar cosa... y si hablar no valer. Válgate Dios... Pues bueno: compro mi candil de barro sin chistar, y luego...».
No fué, porque no pudo; porque los ochenta pesos de su sueldo no le alcanzaban para comer, pagar la casa... y las cuentas de Quilito, la esperanza y el orgullo de la familia. ¿Qué le diría el jefe al día siguiente? Iba a entrar en la oficina sin hacer ruido, tratando de no llamar la atención, y sin chistar se sentaría en su despacho y trabajaría hasta las seis, sin levantar cabeza.
Lo deseaba, sí; pero como tenía su criterio formado y su invariable línea de conducta trazada, no daba un valor excesivo a lo que de la visita pudiera resultar. Véase por dónde la fuerza de las circunstancias había puesto a doña Lupe en una situación subalterna, y el pobre chico, que meses antes no se atrevía a chistar delante de ella, miraba a su tía de igual a igual.
Palabra del Dia
Otros Mirando