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Actualizado: 31 de mayo de 2025


El tiene gabina, castora o como se llame; pero su levita, aunque no se la pone más que diez o doce veces al año, está ya desvergonzada de puro raída. Sin chistar, con mucho sigilo, vamos y yo a hacerle una levita nueva, según el último figurín de La Moda Elegante e Ilustrada que recibiste de Madrid el otro día.

Para ello, exigiendo primero a Morsamor, que no había de chistar, ni alborotar, ni moverse, viera lo que viera, le condujo a un obscurísimo sótano y le sentó en una silla, donde había de quedar, y quedó como clavado. De repente brotó un punto luminoso en el seno de las tinieblas. El punto se desenvolvió luego en multitud de rayos que trazaron un círculo lleno de claridad.

Entonces os desarmé, pero ahora que que sois don Rodrigo Calderón, os mato. Al decir el joven estas palabras, don Rodrigo Calderón dió un grito. La daga de Juan Montiño se le había entrado por el costado derecho. Y entre tanto Quevedo daba una soberana vuelta de cintarazos, sin chistar, á un bulto que había venido en defensa de don Rodrigo.

Y como era hombre a quien se le suponían malas pulgas, y gastaba unos bigotes desmesurados, el socarrón tembló por su pellejo y no volvió a chistar. Mi buen amigo, cuyo gran corazón y amoj al progreso conocen todos, me dijo que hacía tiempo que pensaba sobre lo mismo, y que él además, ¿eh?, tenía otro proyecto que no tajdará en comunicaj al ilustrado público.

La cobranza empezó por por los cuartos bajos, y pagaron sin chistar el albañil y las dos pitilleras, deseando que se les quitase de delante la aborrecida estampa de Don Francisco.

Miguel aguantó el chubasco con la cabeza baja y sin chistar. Y ya que se hubo bien desahogado tío Manolo se marchó dando un gran portazo. Pero al otro día vino tan risueño como si tal cosa, salieron juntos a paseo y por la noche le llevó al cuarto de la Albini.

Pues obedécele sin chistar. ¡No temas por tía Carmen!... Cuanto a ... cualquier día, el mejor día, tendré que dejarlas.... -Razón de más para que no me separe de ellas.... No, Linilla; yo te lo agradezco, ganas mucho en mi cariño, pero antes que yo y que mis tías está tu protector, tu padre, que padre ha sido para ese buen anciano. ¡Tienes razón. Será lo que Dios quiera, lo que Dios quiera!

Su espíritu, apartado de las sencillas escenas domésticas y de cuanto allí se hizo y se dijo, vivía en región distinta, atento a cosas remotas y desconocidas absolutamente para los demás. «Vaya que estás en babia esta noche dijo Bringas algo enojado , al notar la tercera o cuarta de sus equivocaciones». Y ella no se atrevió a chistar.

Siguió su vida de siempre, y se apartó más que nunca del trato de sus hijos, dándose por completo a la visita de iglesias y sacristías, exacerbado su furor religioso con aquella desgracia, que parecía no haber rozado siquiera su corazón de granito. Pablo no se atrevía a chistar y la pobre Casilda no tenía ya ojos para llorar a su hermana.

Si se ha de perder, lo mismo sucederá dándole poco que mucho. Con tres o cuatro mil pesetillas se vuelve loca. No serían muchos los hombres que hicieran esto en igual caso, sobre todo pudiendo largarse impunemente sin chistar. Por otra parte, según yo escriba la carta de despedida, así será la impresión que ella reciba.

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