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Actualizado: 31 de mayo de 2025
El cual recogió el arma defensiva, que llamó escudo para sus adentros, y siguió sin chistar «al loco del Magistral», sin explicarse por qué se empeñaba en que fueran ellos a buscar a la Regenta y no los criados. Tampoco los señores del salón comprendían aquello; y sonreían con discreta y apenas dibujada malicia al decir que era un misterio la conducta del Magistral.
Querrá que le abra... Pues ya puede aguardar sentado... Sí, si, dije yo para mí, no está mal Juan de la tía María el que silba.» Me hacía la dormida sin chistar, a ver si ella se dormía también; pero nada; ese pecado parecía tener ortigas debajo hoy. No cesaba de dar vueltas y vueltas... Pues por un poco me marcho sin despedirme. ¿Cómo sin despedirse? preguntó ella vivamente, dejando el falsete.
Está bien; ¡ya no saldría Pampa! Entró en el comedor, sin chistar, y puso la mesa con el orden y simetría de siempre: en la cabecera, el cubierto de don Pablo Aquiles; en el lado de la derecha, el de misia Casilda, y a la izquierda, el del niño; luego, los vasos, el pan, la servilleta... nada olvidaba, y si, por acaso, cometía una torpeza, allí estaba la muñeca de porcelana, vigilante en el sofá.
En vista de lo que queda expuesto, apenas es creíble que Inglaterra, Francia y las demás naciones de Europa que en América tienen colonias se crucen de brazos, y sólo por la culpa de que somos débiles, ó de que consideran que somos débiles, dejen sin chistar y sin mostrar el menor enojo que los Estados Unidos nos insulten, nos vejen y nos despojen. Pongámonos, sin embargo, en lo peor.
No chistar tampoco, ni oponerse en alguna manera, hallándose presente, al menos en espíritu, sentaba mal en algunos de los lances que van referidos. Por todo lo cual, a no dudarlo, el señor deán, con la mucha discreción que le era propia, pudo escribir estos Paralipómenos, sin dar la cara, como si dijéramos.
Comprendían que si hablaban poco o mucho, podían enredarse en alguna disputa. De ahí las voces y el escándalo consiguiente... Nada, nada, lo mejor era no chistar. Al llegar a sus casas se soltaban murmurando con torpe lengua «buenas noches». El último era don Roque por vivir más lejos que ninguno.
La situación llegó a ser insostenible: doña Manuela oía sin chistar los ruegos, súplicas y amenazas de su hijo, sin que de sus labios brotaran respuesta dura o frase desapacible, mas tampoco promesa de enmienda. Leocadia alardeaba de rebelde con tal descaro, que su hermano empezó a comprender que la lucha era inútil.
Por hoy no quiero calentarte la cabeza, ni calentármela yo, que bastante he charlado ya, y empiezo a sentirme mal. Está la cosa aprobada en principio... en principio. Quedose dormido el buen señor, que por haber pasado muy mala noche, tenía sueño atrasado, y Fortunata permaneció a su lado sin chistar ni moverse por no turbar su descanso.
Cacambo, que era el copero de uno de los extrangeros, arrimándose á su amo al fin de la comida, le dixo al oido: Señor, Vuestra Magestad puede irse quando quisiere, que el buque está pronto; y se fué dichas estas palabras. Atónitos los convidados se miraban sin chistar, quando llegándose otro sirviente á su amo, le dixo: Señor, el coche de Vuestra Magestad está en Padua, y el barco listo.
Y cuidadito con echarme basura en el portal y en la escalera. Estas eneas y juncos que habéis esparcido en el patio, me los vais a recoger y entregárselos a su dueño». Los chicos oyeron esto sin chistar.
Palabra del Dia
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