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Actualizado: 21 de junio de 2025


Llévale de mi parte dos botellas de Champagne de buena marca, para que acompañe con ellas el guisado, que le harás hoy, del conejo. ¿Pero está loca, señora? ¿Sabe lo que cuestan dos botellas de Champaña? Nos empeñaríamos para tres meses. Siempre ha de ser usted lo mismo. Por gustar tanto del quedar bien, se ve ahora tan pobre.

Cuando la botella de champaña hubo resucitado en el cubo por tercera vez, la marquesa, que parecía envidiar á los que daban vueltas en el centro del salón, dijo con su voz quejumbrosa de niña: ¡Quiero bailar, y nadie me saca!... Su marido se levantó, como si obedeciese una orden, y los dos se alejaron girando entre las otras parejas.

Estaba triste y orgulloso al mismo tiempo por esta aventura romántica que florecía inesperadamente en la existencia utilitaria y monótona de la familia. ¡Un muchacho que tenía un porvenir tan grande en la fábrica de su padre!... A continuación hacía el relato, con voz insegura y ojos húmedos, de las hazañas de su primogénito: herido en Champaña; dos citaciones y Cruz de Guerra. ¿Quién hubiese imaginado que podía ser un héroe?... Ahora su batallón estaba en Salónica, después de batirse en los Dardanelos.

Bermúdez sostuvo la mirada de la ilustre dama y olvidó por un momento los cincuenta años de la Marquesa. Suspiró... y en seguida se le subió la champaña a las narices, tosió, se puso casi negro, medio asfixiado y la Marquesa tuvo que darle palmadas en la espalda.

Servíale a su hombre, con el mejor vino que encontraba, y lo miraba mientras él comía disimulando su apetito con nuevas quejas: ¡Esto es una porquería!... Apenas si puede probarse... ¡Es estúpido que no tengas nada mejor, cuando Niní convida con champaña y gallina a Sansón, el hombre de las pesas falsas y de los músculos postizos!

Y antes de que él se lo ofreciese, la joven princesa se lo tomó, tirando de él hacia el salón donde estaba el buffet. Nadina se bebió una gran copa de volka, prefiriendo este aguardiente popular al champaña que servían pródigamente los criados. Luego, sonriendo á su acompañante, lo llevó hasta el hueco de una ventana casi oculta por sus cortinajes. ¡Las heridas!... ¡Quiero ver las heridas!

He oído decir que los aliados suben por el valle de Dosenheim hasta Weschem, y que invaden por millares el camino de París... ¡Ah! ¡Si quisiera Dios que el emperador ganase la partida en Lorena o en la Champaña, no iba a escaparse uno solo! En fin, quien viva verá... Ahora tocan a retirada; volvemos a Falsburgo.

Cuando Kotelnikov besó por primera vez la mano a miss Korrayt, la emocionante escena tuvo por testigos a todos los artistas y a no pocos espectadores. Un viejo comerciante, incluso lloró de entusiasmo en un acceso de sentimientos patrióticos. Después se bebió champaña.

Mientras beben champaña, los dos capitanes evocan las miserias de su retirada hace unos meses; la lucha con él hambre y el frío; las batallas en la nieve, uno contra diez; el éxodo de las multitudes, personas y animales en pavorosa confusión, al mismo tiempo que á la cola de la columna crepitan incesantemente fusiles y ametralladoras; los pueblos que arden; los heridos y rezagados aullando entre llamas; las mujeres con el vientre abierto, viendo en su agonía una espiral de cuervos que descienden ávidos; la marcha del octogenario rey Pedro, sin más apoyo que una rama nudosa, agarrotado por el reumatismo, y continuando su calvario á través de los blancos desfiladeros, encorvado, silencioso, desafiando al destino como un monarca shakespiriano.

«¡Atención, Marcelo! se decía con un regocijo egoísta . Mucha calma. Hay que evitar á los cuatro jinetes del amigo TchernoffPasó una tarde en el estudio conversando con éste y Argensola de las noticias que publicaban los periódicos. Se había iniciado una ofensiva de los franceses en Champaña, con grandes avances y muchos prisioneros.

Palabra del Dia

rigoleto

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