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Actualizado: 20 de julio de 2025


TALMA. Somete usted mi conciencia a una dura prueba. ¡Sepa usted que yo tengo el respeto de mi arte...! Antes de alcanzar la celebridad conocí horas dolorosas. ¡Llegué hasta a dudar de mi porvenir...! ¡Pasé por pruebas de incertidumbre, donde otros hubieran zozobrado...! Preguntábame yo mismo si poseía lo que hace al artista, si tenía derecho a imponerme a la admiración de las multitudes... ¿Ha sentido usted, señorita, estas angustias...?

Entre ellas sobresalen El Cementerio de Campaña de Grey, El Salmo de la Vida de Longfelow y El Apóstol de Beranger, que así por la celebridad universal de los testos, como por la manera magistral con que están manejados, jueces muy competentes estiman como los trabajos mas notables que encierra este libro.

El famoso actor, que entonces llegaba al cénit deslumbrante de su celebridad, sintió hacia el aventurero bordelés un afecto paternal; él mismo le decía cómo debe estudiarse; refrenaba sus intemperancias, corregía la exaltación meridional de sus gestos y la dureza hirviente de su voz.

Uno que huía ante los toros era temido por la facilidad con que tiraba de navaja. Otro había estado en presidio por matar a un hombre de un puñetazo. El famoso Tragasombreros gozaba los honores de la celebridad luego que una tarde, en una taberna de Vallecas, se comió un fieltro cordobés frito en pedazos, con vino a discreción para hacer pasar los bocados.

Mas desde aquella columna, donde se podían dictar leyes al mundo del fausto y del escándalo, sólo se lograba inspirar desprecio y repugnancia invencible a ese otro mundo, no más pequeño, pero más desconocido, de la honradez y la virtud, y justamente en aquel mundo callado y oculto era donde se escondía la persona que a toda costa necesitaba él en aquellas circunstancias... ¿Y quién ponía ya diques al viento? ¿Quién sujetaba al tío Frasquito, que babucha en mano recorría ya las calles de París en busca de un pedacito de celebridad, de un solo rayito de la aureola del héroe?...

Un secretario leyó en el Congreso la proposición de nuestro diputado, y el presidente dijo en seguida: El señor de los Peñascales tiene la palabra para apoyarla. Jamás oyó el aludido un estruendo tan horripilante como el que formaron estas palabras en sus oídos. La proposición, por sus extraños términos, había adquirido cierta celebridad en el Congreso, y el orador se estrenaba con ella.

A la hora de misa, hidalgos venidos de lejos se hacían los distraídos en la puerta de la iglesia para contemplar la mayor celebridad del país, que llegaba envuelta en su manto negro de seda, por debajo del cual asomaba la recamada falda blanca o o rosa. El alférez iba a su lado, con todo el señorío de su rango.

Había allí también literatos franceses, aunque de quinto o sexto orden, o de aquellos cuya celebridad y gloria estaban aún en ciernes o en capullo, sin acabar de florecer y de abrirse a la clara luz del día; periodistas de varios partidos y media docena de banqueros o aprendices de banqueros, unos israelitas y otros católicos.

Todas aquellas ideas y sentimientos las resumí en un libro que apareció bajo un nombre supuesto. Pocos meses después publiqué otro. Los dos tuvieron más resonancia que la que yo esperaba. En poco tiempo estuve a punto de ver trocada en celebridad la oscuridad en que estaba.

Se lanzaron á viajar por el mundo. Ella exigió que Lionel abandonase el arte cinematográfico. Más adelante, ¿quién sabe?... Un hombre célebre se debe á su celebridad. Pero, por el momento, «El rey de las praderas» debía ser para ella únicamente. La vida conyugal no le trajo ninguna decepción. El célebre Gould fué, al mismo tiempo, un marido enamorado y un servidor respetuoso.

Palabra del Dia

godella

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