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Actualizado: 4 de junio de 2025
El solitario laguito, por cuyas orillas giran dos caminos carreteros, y en cuyas claras ondas reposan algunos barquichuelos perdidos entre juncos á la vera de puertecitos que no carecen de gracia, mide apénas 5 kilómetros de longitud, como 2 y 1/2 de anchura y unos 18 metros de profundidad.
Quería algo contra aquel frío que se le había metido en los huesos. Y él, tan sobrio, bebió uno tras otro dos vasos de aguardiente, que cayeron como olas de fuego en su estómago desfallecido. Su cara se coloreó, adquiriendo después una palidez cadavérica; sus ojos se vetearon de sangre. Se mostró con los carreteros que le compadecían expresivo y confiado; casi como un ser feliz.
Disputado por un enjambre de cocheros y carreteros que se apoderan de todo el equipaje por sí y ante sí para llevarlo á su destino, y pelotean al pasiente-propietario como una jauría de perros al derredor de un ciervo humilde y aturdido, el recien llegado se resigna á abdicar su voluntad y entregarse al que tiene mas fuerza para estrujarle y pulmones para ofrecerle á gritos sus servicios.
Ahora no podía ver á un niño sin acariciarlo con la vehemencia del remordimiento. También había sostenido disputas en varios países con los carreteros que golpean á sus bestias, con los dueños de hotel que no le permitían guardar en su habitación los perros y gatos sin dueño encontrados en las calles. Antes de la guerra, su lástima era toda para los animales. La humanidad sabe defenderse.
Después de salir de los vastos salones de la Aduana, el viajero se ve asaltado por los cocheros y carreteros, especie de mendigos sobre cuatro ruedas, que se disputan los chelines del gentleman novicio. Cuando la gavilla da el asalto lo mas prudente es no escoger el victimario, sino entregarse á discreción del primero que llega, so pena de ser estrangulado con equipaje y todo.
El piso húmedo, untado de una especie de jabón negro, era resbaladizo; pero ella se sostenía bien, y en caso de apuro se colgaba del protector brazo de su padrino. El ruido era infernal. Subían los carros de la carne con las movibles cortinas de cuero chorreando sangre, y su enorme pesadez estremecía el suelo. Los carreteros apaleaban a las mulas.
Cerca de ellos, algunos viejos jamelgos alazanes, cuyos lomos cubrían sendas pieles de perro, comían su escasa pitanza, mientras que los carreteros unos infelices reclutados en Alsacia , envueltos en grandes capas agujereadas, dormían, a pesar del frío, con el sombrero sobre los ojos y los brazos cruzados, en los escalones de la iglesia.
Creían que el Naturalismo substituía el Diccionario usual por otro formado con la recopilación prolija de cuanto dicen en sus momentos de furor los carreteros y verduleras, los chulos y golfos más desvergonzados. Las personas crédulas y sencillas no ganan para sustos en los días en que se hizo moda hablar de aquel sistema, como de una rara novedad y de un peligro para el arte.
Si se tiende la mirada del lado del Escalda, se ve en primer término la línea inmensa de los muelles de la márgen derecha, donde reina un gran movimiento de marineros, carreteros, comisionistas, corredores, etc., ocupados en la carga y descarga de centenares de vapores y buques de vela atracados á los muelles, y en las diversas operaciones propias del comercio y la navegacion.
Como el pianito sigue blasfemando y los carreteros tocando, ambos tienen que alzar la voz para hacerse oír.
Palabra del Dia
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