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Actualizado: 23 de julio de 2025


La falta de este òrden tiene sembradas nuestras campañas de familias incultas, que como los hijos de Noè se han dilatado en un mundo desierto, y hoy llaman toda la atencion del Gobierno para poderlas establecer civilmente.

Pero no es cuento, lectores míos, sino muy auténtico, lo que sucedió, y así se lo dirá a ustedes el primer cronista que hojeen. Aquel día las campanas clamorearon como nunca; y por fin, después de otras imponentes ceremonias de rito, el ilustrísimo señor arzobispo fulminó excomunión mayor contra el ladrón de la estaca. Pero ni por ésas.

Diera con lo que precede por terminadas las consecuencias que de la vida de Facundo Quiroga se han derivado en los hechos históricos y en la política de la República Argentina, si por conclusión de estos apuntes aún no me quedara que apreciar las consecuencias morales que ha traído la lucha de las campañas pastoras con las ciudades y los resultados, ya favorables, ya adversos, que ha dado para el porvenir de la República.

Apresuró el príncipe sus operaciones de limpieza. Sentía la necesidad de salir, como si sus jardines le pareciesen estrechos. A lo lejos sonaban las campanas de Monte-Carlo, más lejos aún respondían las de Mónaco, y este repiqueteo hacía vibrar la frágil y clara atmósfera como una copa de cristal. Bajó las escaleras lentamente, procurando no hacer ruido, y al llegar á la verja respiró satisfecho.

A lo lejos contestaban á las campanas el silbido de las locomotoras, el chirrido de los cabrestantes de los barcos y los gritos de las cargueras que reñían por preeminencias en el trabajo, al comenzar su vaivén de los buques á tierra, con la cabeza abrumada por los fardos.

Nunca he dormido tan bien como la primera noche que pasé en aquella modesta alcoba. A pesar de haber dejado abierta la ventana, pues lo permitía la temperatura, no sufrí ruido molesto de ninguna especie. Al contrario, creo que me arrulló suavemente el constante y sonoro toque de campanas.

No lo hubiera permitido yo misma diez ó quince años hace; pero ¿no habéis servido al rey como el primero? ¿No habéis dado pruebas brillantes de valor en diez campañas? Díganlo las heridas de vuestro cuerpo y la fama de vuestro nombre. El mismo rey no espera de vos que combatáis hasta morir y el más bravo soldado depone un día las armas y regresa al hogar. No está en el hacerlo, creedme.

Tocante á las campañas de hoy, no hay que tener cuidao.... Conque..., ánimo, ¡tiña!, que de menos nos hizo Dios.... Y aquí estoy yo que no me he muerto, y ha hecho la suerte conmigo cuanto puede hacer un tiburón detrás de un bote.... Y no digo más.

El capitan era un señor de aspecto bondadoso, bastante entrado en años, antiguo marino que en su juventud y en naves más veleras se había engolfado en más vastos mares y ahora en su vejez tenía que desplegar mayor atencion, cuidado y vigilancia para orillar pequeños peligros... Y eran las mismas dificultades de todos los días, los mismos bajos de cieno, la misma mole del vapor atascada en las mismas curvas, como una gorda señora entre apiñada muchedumbre, y por eso á cada momento tenía el buen señor que parar, retroceder, ir á media máquina enviando, ora á babor ora á estribor, á los cinco marineros armados de largos tikines para acentuar la vuelta que el timon ha indicado. ¡Era como un veterano que, despues de guiar hombres en azarosas campañas, fuese en su vejez ayo de muchacho caprichoso, desobediente y tumbon!

Hay de esta sierra en adelante indios que llaman Pampas: es un gentio que corre todas las campañas, los cuales suelen hacer algunas hostilidades en las gentes que salen á los campos á vaquear, y hacer faenas de sebo y grasa.

Palabra del Dia

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