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En los grandes hombres solo nota las faltas, calla las virtudes, y si las nombra las envuelve en sátiras; y siendo así que mientras haya hombres ha de haber vicios y defectos, asido de estos pinta al género humano de peor condicion que las bestias, gobernándose por lo que vulgarmente es, sin enseñarle lo que debe ser. En todas sus obras no hay un discurso filosófico seguido.

¡Hija de mi alma! ¡Yo que hubiera dado mi vida por verte feliz! ¡Qué ciegos hemos estado, lo mismo tu padre que yo, al entregarte a ese hombre! ¡Mi padre! ¡Otro que tal! ¡Un hombre que no ha sabido jamás que tiene en casa una santa a quien debía adorar de rodillas! La verdad es que cuando pienso.... ¡Calla, calla: es tu padre! exclamó la duquesa tapándole la boca con la mano . Yo soy feliz.

La esposa, que ignora la vida secreta de su marido, grita: «¿Qué has hecho, Federico, qué has hecho?...» El responde: «¡Mujer, calla por Dios! Vamos...» El matrimonio sale escoltado por los agentes; la niña, viendo que se llevan á sus padres, llora desoladamente. Una vecina exclama: «¡Pobre hija! ¿Qué será de ella?

Levantarse de madrugada cuando más a gusto se encuentra uno entre sábanas, echarse al monte, sufrir los rigores del sol y a veces los de las nubes, caminar todo el día con la lengua fuera, caerse, pincharse, ensuciarse, y de vez en cuando tropezar con uno de esos animalitos que se encuentran en todas las pollerías y restauranes de Madrid. Calla, calla, Tristán; estás diciendo disparates.

¡Imposible! ¡Calla! No sabes lo que te dices. En ti sería una locura, en una infamia. Don Juan, sin dejarla seguir, preguntó dolorosamente: ¿Luego estás casada? Cristeta, en vez de contestar categóricamente, dejó caer los brazos rectos a lo largo del cuerpo, con ademán de profunda resignación, y sin desplegar los labios inclinó la cabeza sobre el pecho.

¿Quién? preguntó con interés Carolina, que no comprendía nunca claramente cuándo Catalina hablaba formal. ¿Quién? ¡Pues el hombre que nos salvó anoche! Acabo de verle hace un instante llegar a la puerta. Calla: dentro de un momento estaré mejor. Y la hipócrita se pasó patéticamente la mano por la frente con ademán trágico.

Al cabo de un rato, cuando ya me disponía a dejar la silla para dar algunas vueltas, exclamar a Luisa: ¡Calla... calla... me parece que ahí viene Lola! Asunción se estremeció y levantó la cabeza vivamente. , , es ella, continuó Luisa.

¿Pero no te ha dado recado escrito o de palabra? Me lo ha dado, señor; a fe que es la niña poco cortés para no contestarte. En esta hoja de libro que aquí traigo, marca, apunta y especifica el día, hora y punto en que caerá en los brazos de este haraposo la más... Calla y dame. Paciencia. Hoy me ha dicho doña María que tiene un dormir tan profundo como el de los muertos.

Hay varias razones: don Víctor, que, según usted me ha dicho, no gusta de que usted frecuente la iglesia y menos de que madrugue para ello, se alarmará menos si usted va de tarde... y hasta puede no saberlo siquiera muchas veces. No hay en esto engaño. Si pregunta, se le dice la verdad, pero si calla... se calla. Como se trata de una cosa inocente, no hay engaño ni asomo de disimulo.

Una mujer que te gusta... una más. Y por otra parte, ¿qué puedo yo esperar de ti? ¡Nada! ¿No conoces que, aunque te quiera como te quiero, no debo hacerme ilusiones? Vamos, calla, calla. ¡Si no puede ser!