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Actualizado: 28 de junio de 2025


Cerró la noche, y se acostó Memnon sobre un monton de paja, cerca de las paredes de su casa: entróle calentura, se aletargó con la fuerza de ella, y se le apareció en sueños un espíritu celestial; el qual era resplandeciente como el Sol, y tenia seis hermosas alas, pero sin piés, ni cabeza, ni cola, y no se parecia á cosa ninguna. ¿Quién eres? le dixo Memnon. Tu genio bueno, le respondió.

Auenturas a que necesitan Muger, y Hijos, y el Amor natural; y q. disculpan tambien. Yo he llegado aquy a Sandinis muy malo, y tal que quedo con gran calentura.

Eso no es un cambio, un negocio, un comercio; eso es un frenesí, un rapto, una calentura. Reconozco la existencia de la calentura y del frenesí como enfermedad; no la reconozco como negociacion. La Francia gana una batalla en Cochinchina, y los fondos suben. La misma Francia sufre un descalabro en Sebastopol, y los fondos bajan.

Calificábanle las señoras de atento; sus compañeros, de muchacho corriente y agradable; su tío, de chico listo y con el cual se podía departir acerca de asuntos de comercio. Su temperatura moral no subía ni bajaba a dos por tres; no se le conocía ardor ni entusiasmo por ninguna cosa; la fiebre de la mocedad no le había causado una hora de franca y declarada calentura.

Ahora lo distinguía perfectamente; era él, pero aun más abatido y desmejorado que cuando por última vez lo vio; velaban su rostro tintas cárdenas, y la negra barba lo sumía en un cerco de sombra; sus ojos brillaban cual si tuviese calentura. Sentase al escritorio y escribió dos o tres cartas. Estaba frente por frente a Lucía y ella le devoraba con los ojos.

Entró la noche, llegó la hora de la cena, y tía Pepilla vino en busca mía. Muchacho: ¿qué tienes? ¿estás enfermo? Tocóme en la frente y en las mejillas para ver si tenía yo calentura, y acariciándome dulcemente prosiguió: ¿Qué te pasa? Dímelo, muchacho, dímelo.... No hay en tu rostro la serenidad de siempre.

La destemplanza de su sangre y la excitación de sus nervios ya le hacían tiritar con intenso frío, ya sofocarse hasta sudar con el calor de la calentura. Acudió, no obstante, aunque sin comer apenas y casi sin desplegar los labios sino para murmurar sus rezos.

Cuando el padre se retiraba ya, murmurando «Adiós, Nuchiña, hija querida», la novia le asió la diestra y se la besó humildemente, con labios secos, abrasados de calentura. Quedó sola. Temblaba como la hoja en el árbol, y al través de sus crispados nervios corría a cada instante el escalofrío de la muerte chiquita, no por miedo razonado y consciente, sino por cierto pavor indefinible y sagrado.

Y dábamos vueltas por el muelle, sin hacernos cargo de que estábamos a la orilla del agua. En una de estas vueltas me falló un pie y caí al río, no sin arrastrar conmigo al malagueño. No le vi más. La impresión del agua fría apagó la calentura de ambos. Solté las manos y el primer pensamiento de los dos al salir a la superficie fue el de salvar nuestras preciosas existencias.

Se me ha espantado el sueño. Ya se ve; todo el día en este pozo del aburrimiento. Las sábanas arden y mi cuerpo está frío». Jacinta se echó la bata, y corrió a sentarse al borde del lecho de su marido. Pareciole que tenía algo de calentura. Lo peor era que sacaba los brazos y retiraba las mantas.

Palabra del Dia

rigoleto

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